Día Nacional del Árbol: por qué las mujeres son las que hacen frente al cambio climático
Cada 29 de agosto se celebra en la Argentina el Día Nacional del Árbol con el fin de concientizar sobre la importancia de cuidar las superficies arboladas. El principal impulsor de esta iniciativa fue el presidente Domingo Faustino Sarmiento, pero fue en 1900 con Estanislao Zeballos a la cabeza en el Consejo Nacional de Educación que se estableció la fecha.
Desde el año 2007 rige en el país la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, más conocida como Ley Bosques, que según su artículo tercero busca “promover la conservación mediante el Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos y la regulación de la expansión de la frontera agropecuaria y de cualquier otro cambio de uso del suelo” a partir de presupuestos mínimos de protección ambiental para el enriquecimiento, la restauración, conservación, aprovechamiento y manejo sostenible de los bosques nativos.
Día Nacional del Árbol y las mujeres que luchan contra el cambio climático
Sin embargo, el amparo medioambiental que establece este marco legal parece no tener ningún tipo de influencia positiva en la actividad forestal. Para poner en contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura posicionó a la Argentina entre los primeros países que mayor cantidad de árboles desmontó en los últimos diez años.
Según un informe realizado por la Secretaría de Ambiente de la Nación, entre los años 2002 y 2006 se perdieron 300.000 hectáreas de bosques al año, equivalentes a 15 veces la ciudad de Buenos Aires.Por otra parte, el portal Infobae reveló datos abrumadores sobre la deforestación y tala en los últimos años en el país; sus fuentes indican que en 2019 se perdieron 80.938 hectáreas de bosques, donde predominan Santiago del Estero, Formosa, Salta y Chaco como las provincias con más desmontes generando una pérdida de 2,8 millones de hectáreas de bosques nativos hasta el año 2020.
Esta actividad provocada por el hombre puede originarse por diferentes causas; para convertir esas tierras en hectáreas de cultivo, para alimentación del ganado, o para la urbanización de los terrenos. Todas estas, resultan en consecuencias como pérdida de las propiedades del suelo, de la biodiversidad, desaparición del hábitat de diferentes especies y la modificación del clima global, lo que conlleva al aceleramiento del cambio climático y calentamiento global.
Mientras los gobiernos suelen relegar estos asuntos como últimos en la lista de prioridades, los más jóvenes comienzan a tomar la iniciativa de levantar la bandera para proteger el medioambiente.
En la Argentina, son cada vez más las mujeres y adolescentes que deciden militar esta problemática que nos compete a todos para instalarla en la agenda política.
Nicole Becker es una adolescente de 19 años que creó el movimiento Jóvenes por el Clima Argentina para luchar contra la crisis climática.
Según reveló a La Nación, su generación debe encontrar una nueva forma de hacer política y crear nuevas culturas de liderazgo acercándose al diálogo y la empatía.
Su misión como movimiento, según resalta el sitio web oficial, es “introducir la cuestión climática en la agenda pública de manera permanente, e instalar la problemática como un eje central de las políticas públicas tomadas por los gobiernos. Somos la generación que más va a sufrir las consecuencias del abuso ambiental por parte de las grandes corporaciones contaminantes, y somos la última que puede hacer algo”.
Tanto ella como quienes forman parte del movimiento entienden que el futuro de su generación está en riesgo. Donde los derechos más básicos se ven vulnerados y está en sus manos hacer algo al respecto, pero necesitan ayuda de quienes están en el poder.
Según Becker, es imperativo darle un sentido de urgencia. “No es mañana, es ahora. Debemos exigirles a los distintos gobiernos que cumplan los acuerdos, las reglamentaciones que ya existen y luchar por las que hacen falta”, explicaba.
Flavia Broffoni, politóloga y activista ambiental, creó Extinction Rebellion en Argentina. Este movimiento internacional de desobediencia civil pacífica exige tres demandas a los gobiernos. La primera, es decir la verdad declarando emergencia climática. Seguidamente, detener la pérdida de la biodiversidad para crear mecanismos de participación ciudadana y así planificar una transición climática justa.
Según sus convicciones, reutilizar, reciclar y reducir, y las estrategias tradicionales que sugieren las Organizaciones, son prácticas que hace tiempo dejaron de ser, no innecesarias, sino insuficientes para poder generar impacto. Es por eso que exige desde su lugar recurrir a acciones que generen cambios más inmediatos. Por ejemplo, dejar el modelo de agroexportación para reemplazarlo por un proceso de transición agroecológica.
Chiara Sacchi, activista argentina de 19 años integrante del movimiento Slow Food cuyo fin es garantizar un acceso a un alimento bueno, limpio y justo, es otra de las grandes referentes para la juventud. Presente en la Cumbre de Acción Climática en Nueva York, Sacchi entiende que en la Argentina los políticos se toman su tiempo cuando no lo hay, y es necesario el accionar urgente.
No es casualidad que todas estas referentes sean mujeres. Según Greenpeace, los impactos medioambientales las afectan en mayor proporción acentuando la desigualdad. En las zonas rurales y en comunidades indígenas, ellas representan más de la mitad de la fuerza de trabajo. Por ejemplo, son quienes recogen el agua y, ante el aumento de sequía, deben ir en busca de estos recursos a mayores distancias quitando tiempo para otras actividades.
Tal como informa la organización, «durante los fenómenos climáticos extremos, las mujeres no sólo están más expuestas a morir, sino que en caso de sobrevivir, incrementa su carga de trabajo ya que asumen la carga de trabajo al tener al cuidado a más personas que dependen de ellas”.
Es la juventud de los diferentes países quienes seguirán siendo líderes en luchar contra el cambio climático y cada vez más las mujeres quienes hagan historia frente a esta cuestión. Tal como dijo Michelle Bachelet: “Cuando las mujeres están empoderadas y pueden reclamar su derecho a la tierra, al liderazgo y a las oportunidades, la economía crece, la seguridad alimentaria aumenta, y las perspectivas aumentan para las generaciones actuales y futuras”.