Aborto en la Edad Media: breve análisis de causales en la literatura medieval.
El aborto y sus diferentes causales existen desde que la humanidad empezó a existir. No hace falta adentrase demasiado en textos históricos ni médicos para saber que, desde siempre, se ha experimentado su práctica de múltiples maneras, según los recursos y conocimientos de la persona que realiza el aborto.
El aborto en el medioevo
En el caso de la Edad Media, las interrupciones voluntarias del embarazo se hacían en su mayoría, según la historiadora Claudia Optiz, cuando las relaciones sexuales se consumaban por placer, y no para un fin reproductivo tal como era la norma en la sociedad de ese entonces. De este modo, se suministraban sustancias abortivas, siendo la más común en la Baja Edad Media el cornezuelo de centeno (muy peligroso en grandes cantidades), tinturas, hierbas y hasta prácticas mágicas, como la utilización de piedras o de amuletos.
La escritura de tratados y de textos de diversa índole, como las leyes del Derecho Romano o las Siete Partidas, de Alfonso X El Sabio (1252-1284), condenaban el aborto autoinducido, exitosos o no, por considerarse la práctica como un acto inmoral. La condena a muerte a la mujer era un castigo común, y los dos escritos normativos proponen esa pena.
No obstante, no hay que olvidar que, para la doctrina cristiana, la mujer existía y servía con el único propósito de perpetuar la especie humana, por lo que estas prácticas.
Los cuidados para que la mujer no aborte espontáneamente también eran tenidos en cuenta, por lo que se trataba de que caminen en lugares no muy montañosos y de que cumplan con las órdenes médicas para cuidar el embarazo, ya sea comiendo o bañándose adecuadamente.
Por otro lado, la esterilidad era, por supuesto, un padecimiento para las mujeres y para la familia, de manera que muchas de ellas se inclinaron por las ceremonias, remedios y ofrendas heréticas.
La literatura medieval no desconoce la existencia de las causales de aborto. Al plasmarlas con papel y tinta, no solo podemos reconocer cómo atravesaba la finalización natural o voluntaria de la gestación, sino también cómo se vivían esos momentos críticos.
Un caso real y mencionado en la obra didáctico-moralizante Virtuosas e claras mujeres (1446), es el de Julia, hija del emperador romano Julio César. Álvaro de Luna relata cómo la mujer creyó que su marido, Pompeyo, había resultado lesionado gravemente por ver la vestimenta de él cubierta de sangre, cuando, en realidad, solo había sido empapada con la sangre de terceros. Álvaro de Luna cuenta: “(…) ella, espantada pensando que le oviese acaecido algún mal, cayó amortecida en tierra e con la súbita alteración de su corazón abortó”.
Consecuentemente, el narrador se lamenta de la “destrucción cuasi de todo el humanal linaje”, considerando que no solo significó un dolor enorme para Julia, sino también la pérdida de la posibilidad de reproducirse.
Como se puede ver, la documentación de temores o sorpresas producidas por los “accidentes del alma” (Corrales, p. 104) son reconocidas como abortos.
En otra instancia, en el Decamerón (1351-1353), de Giovanni Bocaccio, hay un cuento que contiene un intento de interrupción voluntaria. Se trata del relato De lo que acaeció a Teodoro, enamorado de Violante, hija de su dueño, narrado en la Quinta Jornada por Laureta. La historia sucede en Sicilia, Italia, y trata del amor entre la hija de un gentilhombre y de un esclavo de él llamado Pedro.
Al quedar embarazada del esclavo, Violante, la hija del dueño de Pedro, prueba varios remedios para abortar: “(…) la joven quedó preñada, lo que muy poco del agrado fue del uno y del otro, y aunque ella de muchos artificios usó, a fin que en contra del curso natural de las cosas se desembarazase de su preñez, no lo consiguió nunca”. (p. 302).
La desesperación y el sufrimiento por los embarazos no deseados no son sucesos fuera de lo común en la Edad Media, ni tampoco los intentos varios de las personas gestantes por abortar. Si se continúa la lectura del cuento, se ve cómo Violante sufre al observar cómo su cuerpo se abulta y cada vez le resulta más difícil encubrirlo. Ni hablar cuando, al suceder el parto, su propio padre la condena a muerte a ella y a su nieto:
“Ve con estas dos cosas a Violante, y le dices, de parte mía, que prestamente tome, de estas dos muertes, cual prefiera, o el veneno o el hierro; y si no lo hace, ante todos los ciudadanos haré que arda quemada, como lo ha merecido; y esto hecho, tomarás al hijo que pocos días ha ella parió, y después de batirle la cabeza contra el muro, dalo a los canes a comer” (p. 303)».
Volviendo a lo que se dijo, la condena a muerte tiene que ver más con el acto inmoral que con el aborto en sí. Como se puede ver, la mujer no logra abortar, pero aun así es condenada por acostarse con un supuesto esclavo, y el hijo de ella destinado a morir cruelmente. Sin embargo, lo que es interesante destacar es la conciencia del autor y, supongo, de por lo menos una parte de la sociedad europea, de la vergüenza que se sufre al gestar un hijo no deseado.
Al igual que la Historia y la Medicina, la Literatura sirve para testimoniar las determinaciones colectivas o individuales. Volviendo a la introducción, las mujeres han intentado con infinitos métodos deshacerse de sus embarazos, aunque hubiese peligro de muerte. A su vez, las mujeres son las principales damnificadas al abortar espontáneamente al ser personas heridas física y emocionalmente. Al elegir obras medievales, lo que se hace es recapitular los hechos para poder pensarlos hoy en día e investigar su impacto en la actualidad.
BIBLIOGRAFÍA
BOCACCIO, Giovanni (1351-1353) De lo que acaeció a Teodoro, enamorado de Violante, hija de su dueño, en Decamerón. Biblioteca La Nación, 2000; pp. 300-305.
CORRALES, Julio César (2011) Consideraciones sobre el aborto en la literatura hispánica bajomedieval (siglos XIII-XV). Miscelánea Medieval Murciana, XXXV; pp. 101-109
DE LUNA, Álvaro (1446) Julia, fija de Julio César, en Libro de las virtuosas e claras mugeres. Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1891.
OPTIZ, Claudia (2001) Vida cotidiana de las mujeres en la Baja Edad Media, en Historia de las mujeres en la Edad Media (comp.: DUBY, G.). Ed. Taurus.