
Amor epistolar: Virginia Woolf y Vita Sackville-West
Cuando los esquemas sociales no permiten el desarrollo de una relación no heteronormativa, los rastros del vínculo amoroso comienzan a filtrarse en lo cotidiano, en lo íntimo. Las actividades diarias aparecen como oportunidad de adentrarse en esa relación censurada, que no es aceptable según las convenciones sociales. Virginia Woolf y Vita Sackville-West son un ejemplo de esto.
Uno de los medios en los cuales este vínculo puede desplegarse es a través de la carta: ésta actúa como espacio para que se manifieste lo que no puede decirse en voz alta en una reunión o en un ámbito público. Se ha hablado infinitamente de la separación de lo público y lo privado, pero ¿puede esto aplicarse también a los vínculos que se desafían a la norma social? No hay una respuesta definida, pero lo que sí hay huecos de lo cotidiano en donde lo amoroso puede aparecer con potencia.

Vita Sackville (izq) / Virginia Woolf (der)
Virginia y Vita: amor libre en tiempos victorianos
Vita mantenía un matrimonio abierto con su marido Harold Nicolson: ambos mantenían relaciones por fuera de su relación, a veces con hombres, otras con mujeres, y luego compartían entre sí los detalles. Era una relación liberal, sin ataduras ni opresiones. Virginia, por su parte, estaba casada con Leonard Woolf. Su vínculo se mantuvo hasta los últimos días de la escritora; ambos se querían profundamente, pero en su relación lo sexual no tenía espacio.
Virginia fue advertida de la reputación de Vita cuando la conoció en una cena en el año 1922: “es una lesbiana declarada, ten cuidado”, le avisó su cuñado Clive Bell. Pero Virginia, siempre irónica, siempre radical en sus posturas, le respondió “con lo esnob que soy, no sabré resistirme”. Ambas causaron una gran impresión en la otra, y fue a partir de esa casual cena que su relación comenzó.
Virginia y Vita: amor epistolar
Un amor epistolar, un vínculo escrito en una época donde la moral victoriana regía a la sociedad. Hoy en día una se pregunta cómo lograron disfrutar de su amor en un contexto como aquel. Ambas, afortunadamente, formaban parte de círculos sociales en los cuales había cierta libertad en las relaciones amorosas.
Vita con su relación liberal y Virginia formando parte del grupo Bloomsbury –junto a su hermana Vanessa Bell–, el cual mantenía una ética declarada en contra de la exclusividad sexual. Además, sus maridos sabían de la relación entre ambas y no ofrecieron resistencia al florecimiento de su amor.
“She was sitting on the floor in her red velvet jacket & red striped silk shirt, I knotting her pearls into heaps of great clustered eggs. She had come up to see me — so we go on — a spirited, creditable affair, I think, innocent (spiritually) & all gain, I think, rather a bore for Leonard, but not enough to worry him. The truth is one has room for a good many relationships.”
Virginia Woolf
Vita se mostraba como una persona enigmática, sensual: su liberal postura intimidaba a Virginia, que era una persona más conservadora y tradicional. Sin embargo, encontraron en la relación un espacio donde expresar sus sentimientos, e intentar superar sus problemas.
El lugar de la carta se presentó como una posibilidad de libertad y de mejora en todos los sentidos: Vita le ofrecía a Virginia –quien constantemente sufría de episodios de depresión y ataques nerviosos– una respuesta a su dolor, ayudándola a escapar de su propia cabeza, disfrutar del afuera, experimentar su sexualidad y enfrentar sus traumas pasados.
Virginia sufrió de abusos sexuales por parte de su hermanastro Georges Duckworth durante casi toda su infancia. El trauma fue tal que nunca tuvo relaciones sexuales con su marido Leonard; cualquier tipo de muestra de amor física le resultaba insoportable, desataba sus “fantasmas victorianos”, como ella los llamaba.
En la noche del 17 de diciembre de 1925, comenzaron a ser amantes, y lo fueron hasta alrededor del año 1935, cuando finalmente se separaron, en parte por sus diferencias sociales y políticas. Sin embargo, no terminaron de manera conflictiva: su amistad y profundo amor se mantuvieron hasta la muerte de Virginia.
La revolucionaria, hermosa y original novela Orlando, escrita por Virginia –la cual retrata la vida de Orlando, que se convierte de hombre a mujer, y sobrevive al paso de los siglos– es otro registro de su efímero y pasional vínculo. Se inspiró en Vita para su andrógino protagonista, y en el libro aparecen fotos de ella para retratar a Orlando. La novela explora las posibilidades de la sexualidad, siendo revolucionario para la época.
La propuesta del libro está relacionada con aquello que imaginaba Virginia en su ensayo sobre feminismo “Un cuarto propio”: la existencia de un ser humano que superara las diferencias entre el género femenino y el masculino. La posibilidad de una conciliación entre ambos espectros que llevaría a una creación artística más perfecta y completa, construida con los opuestos.
Su amor, pasional y único, quedó registrado en las cartas que intercambiaron por años. Las mismas fueron compiladas en un libro, Love Letters: Vita and Virginia, editado por la editorial Penguin. Esta correspondencia epistolar retrata una relación intensa de amor incondicional, teñida de humor por momentos, intimidad en otros; y nos permite ver la evolución de la relación entre dos mujeres que se quisieron sin importar la época.