Catherine Abel: mujer y erotismo en el arte contemporáneo
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Catherine Abel: mujer y erotismo en el arte contemporáneo

Artista autodidacta, Catherine Abel se dedica a retratar mujeres con un erotismo de otros tiempos. Utilizando diversas técnicas a través del óleo sobre tela, combina diferentes estilos como el art-decó, cubismo, modernismo y postimpresionismo. Esta fusión permite el despliegue de colores, figuras y paisajes que remiten a un pasado siglo XX, cautivando al público con una sensualidad envidiable proveniente de personajes femeninos.

Catherine Abel nació en Australia en 1966, y comenzó su carrera artística al mudarse a París en el año 2000. Su trabajo se ve influenciado por el arte y la historia europea, teniendo como referentes a Pablo Picasso, George Braque, Salvador Dalí, André Lhote y Tamara Lempicka, siendo la más notoria.

Las similitudes entre el estilo de Catherine Abel y Lempicka son indiscutibles, como si el tiempo hubiese querido que fueran contemporáneas. En sus obras, pueden observarse una especie de maqueta arquitectónica, donde las formas geométricas encajan a la perfección, conformando una imagen realista y equilibrada. No obstante, los símbolos remiten a más, hablan, confeccionan un lenguaje sensual y llamativo. Ese erotismo femenino, apreciable y conforme, como aquellos retratos de hace tiempo pero traídos al presente.

Catherine Abel, una artista con estilo propio

El estilo indiscutible que utiliza Abel para sus proyectos remiten al art-decó, inminente movimiento que comenzó a gestarse hacia la década de 1910, y alcanzó su máximo esplendor en el período de entreguerras. El art-decó nació en París, a finales de la primera guerra mundial y se extendió hacia otros territorios.

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Es el estilo que se identifica con la “Belle Epoque”, un movimiento inspirado e influenciado por las primeras vanguardias: constructivismo, cubismo, futurismo, art nouveau y el racionalismo de la escuela Bauhaus. Se caracteriza por tener una una estética clásica, simétrica y rectilínea, la geometría es una de las claves de su percepción.

Este estilo dominó gran parte del universo estético desde 1925 a 1935, y en diferentes disciplinas: arquitectura, diseño (cartel, tipografía, artes aplicadas, decoración, moda), pintura, escultura, grabado y cinematografía. En esta última, Hollywood fue astuto y perspicaz al tomar al art-decó como símbolo de glamour. 

Catherine Abel

Un sentido de lo refinado, elegante y sensual, en consonancia con el espíritu de esos años locos a principio del siglo XX, pretendiendo el avance hacia la modernización técnica y el progreso económico. Familias de alto poder adquisitivo se han retratado para la posteridad, alegando a estos principios que propone el art decó.

Esto puede ejemplificarse con las obras de Klimt, Waterhouse y Mucha, artistas que inspiraron a Abel en sus primeros acercamientos a la pintura, evidenciando su gusto por el arte Nouveau: un refinamiento que intenta darle más peso a lo decorativo que a lo práctico, una especie de lenguaje estético culto.

Es en este entramado de movimientos que la artista emplea para conformar sus obras tan solicitadas: ha expuesto en Australia, Francia y los Estados Unidos, también ha sido finalista de los premios de retratos Archibald, Sulman y Portia Geach, y sus obras están presentes en colecciones privadas de todo el mundo. Su reconocimiento como artista creció rápidamente a partir de sus primeros trabajos desde el año 2000, siendo su viaje a París el detonante para proyectar su carrera.

La retratista ha comentado en numerosas entrevistas sobre la impetuosa intención de su trabajo que es la expresión del realismo a través de los símbolos que reproduce en sus obras. Ese despliegue de (post)postimpresionismo ha sido el resultado de numerosos intentos de perfeccionar cada vez más sus obras. Para ello, Abel ha concurrido a la Academia de Arte de Florencia para estudiar los métodos renacentistas de ciertos artistas y terminar de enamorarse del movimiento neoclasicista. 

En cuanto a su proceso creativo, la artista explica que comienza con bocetos e ideas, más tarde realiza una sesión de fotos con una modelo. Se improvisan telas y accesorios, y allí es donde se espera un poco de inspiración. Una vez que obtiene el boceto final de la figura, puede pasar mucho tiempo hasta que decida el fondo correcto. Abel toma todo esto como un proceso que debe suceder, no puede averiguar todo de repente, el tiempo debe hacer lo suyo también.

Los fondos de sus obras son algo característico de la artista. Según Abel, mucha gente pinta la forma femenina y casi siempre son representadas en un fondo liso. A diferencia de ello, la retratista trae consigo otra dimensión, otra perspectiva de fondo con la fuerte influencia cubista.

A finales de los 80, se inspiró con gran ahínco en las obras de Tamara Lempika: sus figuras, colores y dimensiones la incitaron a probar con la pintura. Y es que este tipo de trabajos son puramente simbólicos, donde hay un esclarecedor significado detrás de las imágenes. Desde lo que puede ser un simple collar de perlas y uvas en un cuenco, las expresiones del rostro, posición de las manos, hasta el mismo color del fondo, la pintura de Catherine Abel es rica en símbolos. 

Estos últimos son quienes llegan a la psique y conectan profundamente con la idea de belleza, una imagen que produzca placer. El arte que expresa goce y deseo, manifiesta la sexualidad como una característica más, pero ese poder seductor y erótico que provoca la obra en su totalidad trasciende la simple representación.

Cuenta otra historia, una que va más allá de lo histórico o lo tradicional, lo religioso o mitológico. La elección de mujeres como protagonista de la obra confiere en ese ideal de belleza y finura del art decó, sin embargo Abel no se limita a retratar mujeres en infartantes vestidos en un gran salón, es la sensualidad de una escena simplista y corriente lo que la caracteriza.  

El arte erótico es una imagen que construye su contexto, manifiesta de forma pública lo privado, expresa lo íntimo y propone hurgar en la idea de belleza generada desde el subconsciente del espectador. Eligiendo a la mujer como el main character de la obra, Catherine Abel realza y expresa la sensualidad de lo real, siguiendo la filosofía de Kandinsky, uno de sus artistas favoritos:

“Creía que el arte no debería ser meramente representativo, sino que debería esforzarse por expresar la espiritualidad y la profundidad de las emociones humanas a través de la abstracción (…)”. 

CATHERINE ABEL
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