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Clara Zetkin, contrafeminismo revolucionario.

Clara Zetkin fue una periodista, maestra, política, revolucionaria, fundadora de la Segunda Internacional Socialista y pionera de la organización de mujeres trabajadoras socialistas. Clara Zetkin nació un 5 de julio de 1857 en Alemania.

Clara Zetkin, una vida entregada a la lucha por la emancipación de las mujeres

La vida de Clara Zetkin estuvo dedicada a la organización de las mujeres trabajadoras bajo las banderas del socialismo, y si bien, es muy común ver a Clara retratada como una figura ícono del feminismo, es importante aclarar que fue una férrea luchadora por los derechos de las mujeres planteando que el problema debía abordarse desde una perspectiva de lucha de clases y no de una mera lucha entre dos sexos como planteaba (y plantea) el movimiento feminista burgués.

Una de las mayores influencias de Clara en cuanto a su pensamiento, fue su madre, quien fue una defensora por la igualdad de derechos y la emancipación económica de la mujer. A la edad de quince años, la familia de Clara se muda a Leipzig y es allí donde ella comienza a introducirse en la lectura de libros socialistas y a participar en reuniones de la Sociedad de Educación de Mujeres de Leipzig y la Asociación Nacional de Mujeres Alemanas.  

Clara Zetkin fue una de las fundadores de la Segunda Internacional Socialista y manifestó su oposición, junto con su gran amiga, Rosa Luxemburgo, a la dirección socialdemócrata que apoyó el desarrollo de la Primera Guerra Mundial: 

«El espantoso crimen que representa la guerra mundial imperialista de los grandes estados capitalistas y las condiciones que ha creado, han agudizado al máximo las contradicciones sociales y las penalidades de la mayoría de las mujeres. Estas son las inevitables consecuencias del capitalismo, y sólo pueden desaparecer con su destrucción» – Clara Zetkin

Clara Zetkin, contrafeminismo revolucionario. | Rock y Arte - Divulgación CulturalClara y Rosa esperaban que la dirección del partido repudiara activamente  la postura imperialista del gobierno alemán, en conjunto con sus actividades militares.

Sin embargo, la dirección burocrática partidaria, votaría a favor desatando las críticas de Clara que volcó sus opiniones en las notas publicadas en la prensa partidaria, Die Gleichheit, lo que la llevó a su destitución como editora.

A raíz de esto, Clara Zetkin se alejó del SPD y rápidamente se unió a los socialistas antiguerra del Partido Socialdemócrata Independiente. Poco tiempo después, ella y otros socialistas radicales formaron la Liga Espartaco que luego sería el Partido Comunista Alemán en 1918.

Clara tuvo un rol importante en el Congreso fundacional de la Segunda Internacional ya que fue delegada de las trabajadoras de Berlín y fue una de las cinco mujeres presentes entre cuatrocientos delegados hombres.

Cabe destacar que en esta época, la participación de las mujeres en la vida política y en la composición de los partidos políticos estaba prohibida.

Entre sus posiciones políticas en cuanto a la «cuestión femenina» y la «cuestión social», Clara llamaba a romper no solo con el feminismo burgués sino con el feminismo reformista que ganaba espacio en el movimiento de mujeres sufragistas que bregaba por el derecho al voto y que, al mismo tiempo, no impugnaba en absoluto al sistema ni a la sociedad capitalista.

Esto quedó manifiesto en 1907, cuando Zetkin comandó la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Stuttgart y surgieron las marcadas diferencias entre la izquierda y el reformismo.

Mientras Zetkin y Kollontai defendían de forma irrestricta la necesidad del sufragio femenino, la representante del reformismo, estaba dispuesta a tomar ciertos compromisos impuestos por la casta burocrática gobernante de su país.

En 1932, el Reichstag abría sus sesiones parlamentarias en agosto y el partido nazi, por ese entonces era la primera fuerza política. El discurso de apertura le correspondía al diputado de mayor edad y allí estaba Clara Zetkin, pronunciando el que sería su último discurso.

La mujer que con su voz casi apagada por el paso de los años y su enfermedad, llamó a mujeres, jóvenes y a toda la clase trabajadora, a formar un frente único para luchar contra el nazismo creciente.

Allí, donde los nazis eran mayoría, Clara, la contrafeminista y revolucionaria, daría por finalizada su enorme labor política de medio siglo. 

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