Hermana soltá la panza
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“Hermana, soltá la panza”: El hackeo al machismo a través de las redes sociales

En esta sociedad donde las mujeres, desde la niñez, somos dominadas y nos enseñan a medir nuestra valía a través de la forma de nuestro cuerpo, observándonos desde los “complejos” creados e instalados en nosotras, supimos aprender que si no agradamos a la vista, no valemos nada y que todo se trata de méritos; es decir, que la más bella –la que mejor se amolde a los estándares– siempre obtendrá mayores beneficios. El odio hacia el cuerpo, tanto propio como ajeno, se ha instaurado en nuestras mentes y formas de lidiar con las otras mujeres, convirtiendo nuestro día a día en una batalla campal, en el cual ocupamos el mapa y guerreamos intensamente entre y contra nosotras.

Es por ello que en 2021, la página de Instagram “Mujeres que no fueron tapa” instaló en las redes sociales una nueva forma de pedagogía, a fin de hackear al machismo y liberar a nuestros cuerpos de los discursos patriarcales. Incitándonos a desprendernos de aquellos diálogos discriminadores y gordo odiantes que habitan en el común de las mujeres, los cuales nos invalidan como sujetos de derecho y solo alimentan al mercado. Pero a nosotras, nunca.

“Hermana, soltá la panza”: el hackeo al machismo a través de las redes sociales, se posiciona como una de las campañas más trascendentes del mundo virtual y también físico. Llegó a las calles a través de afiches, en eventos por los derechos de las mujeres y, lo más importante, en la vida cotidiana de cada una de nosotras, donde se nos enseñó a sabernos merecedoras de una vida digna, en la cual tenemos el deber y el derecho de habitar nuestros cuerpos desde un lugar de placer y comodidad, sin importar el tamaño o la forma de nuestros cuerpos.

Hermana, soltá la panza

El cuerpo como un lugar a ser habitado desde el sufrimiento

Siendo Argentina el segundo país con más trastornos de la conducta alimentaria, hoy más que nunca debemos realizar hincapié en la necesidad de educar a las personas, a fin de visibilizar la raíz de todos los males relacionados con la conducta alimentaria, íntegramente ligado a la actual la relación que tenemos con nuestros propios cuerpos y con los de otros/as. Y, por sobre todas las cosas, poner foco e intentar desaparecer todo ese bombardeo constante sobre el cuerpo.

“Según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), entre un 10 y un 15 % de la población argentina tiene algún trastorno alimentario”. A su vez, nos encontramos con que “en la Argentina, entre el 12 % y el 15 % de los adolescentes padecen de anorexia o bulimia nerviosa, siendo el 90 % de los afectados mujeres y el 10 % varones”. Y los pocos datos que se obtuvieron apoyados en personas no binarias, nos informan que “a más de la mitad de los jóvenes LGBTQ de entre 13 y 24 años se les ha diagnosticado un trastorno alimentario. Siendo la anorexia nerviosa el trastorno alimentario más prevalente” (NEDA, 2018).
Bien sabemos que los trastornos alimenticios surgen a causa de la presión ejercida en el entorno, propulsado por este mundo mercantilizado de ensueños, en el cual ser delgado es garantía de felicidad. Mientras que, por su parte, las personas que no cumplen con los estandartes quedan relegadas al margen de la vida y, por consecuencia, adheridas a un sector de la sociedad completamente invisibilizado y marginado.

Es en este lugar de exclusión, MQNFT interviene y planta la bandera del feminismo, una vez más, como herramienta de deconstrucción y salvación a través de las redes sociales:

“Lo aprendimos porque nos lo dijo la mamá, la abuela, la tía, la hermana, el papá, un compañero de la escuela, la maestra, el pediatra, una pareja o nadie, simplemente lo aprendimos imitando. Viendo a las mujeres de nuestro entorno luchando por perder kilos acumulados en el abdomen, subiendo hacia la balanza y sufriendo, ajustándose en probadores, mirando con desprecio los cuerpos que no fueran delgados, recibiendo comentarios hirientes. Lo aprendemos aunque nadie nos lo enseñe, lo aprendemos con violencia, como todo lo que nos marca el cuerpo y la historia. Y en el momento en que alguien te dice que tener panza está mal o que cualquier parte de tu cuerpo es errada, es fea, se produce la herida que nos separa de nosotras mismas. A partir de ahí, nos separamos de nuestros cuerpos, se nos vuelven ajenos, porque no queremos ser eso que nos dicen que es feo o es ‘anormal’, que está mal.

“Hermana, soltá la panza”: El hackeo al machismo a través de las redes sociales | Rock y Arte - Divulgación Cultural

Mi cuerpo no soy yo, mi cuerpo es otra cosa, un algo para transformar, que entrego al mercado y al patriarcado; entrego mi cuerpo, mi tiempo, mi dinero, me anestesio, dejo de sentir lo que necesito sentir. Mi cuerpo ya no soy yo, es un otro a colonizar con violencia, a través de todo lo que nos dicen que tenemos que consumir para darle esa forma, la que representa la belleza, la que nos enseñan que nos permitirá ser, por fin, respetadas, amadas, deseadas, aceptadas”.

A través de la lectura de este texto, Lala Pasquinelli, fundadora de Mujeres que no fueron tapa, nos comparte en las redes sociales unos párrafos del libro publicado durante el 2022 titulado: #Hermana solta la panza. Libro a través del cual podemos encontrar a las mujeres que no han sido tapa, por el simple hecho (mejor dicho: complejo y doloroso hecho) de no ser parte del modelo hegemónico y, gracias a ello, ser invisibilizadas, a fin de desaparecer de la faz de la Tierra.

Puesto que aquello que no gusta, debe ser ocultado y castigado en total oscuridad. Logrando así, a través de la campaña, visibilizar y cuestionar un hecho sumamente polémico, pero para nada novedoso: la violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres.

¿Qué es “Hermana, soltá la panza”?

“Hermana, soltá la panza:
Es soltar ese mandato de feminidad en el que nos educan para agradar y no molestar;
Para reírnos de los chistes que nos humillan;
Para que nadie se sienta incómodo humillándonos;
Para bajar la cabeza y hacer de cuenta que no escuchamos nada;
Para seguir explicando y explicando por qué no deberían violentarnos con comentarios sobre nuestros cuerpos;
Para siempre entender y disculpar porque “no tuvieron la intención”;
Para creer que no tenemos derecho a decir nada porque eso que nos señalan es una falla, una rotura de la que somos culpables;
Para tragarnos nuestra incomodidad y garantizarle comodidad a los otros y otras;
Para ser lo suficientemente sumisas para que nada cambie…
Ya no más.
El gesto de cada una, crea mundos para todas”

Mujeres que no fueron tapa ha sido un gran salto en el hackeo al machismo instaurado en las redes sociales y en nuestra cotidianeidad, cuestionando esas voces y personas que, de alguna u otra forma, creen tener el derecho de opinar sobre los cuerpos y son discursos que mortifican a diario.

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El hackeo al machismo a través de las redes sociales es una jugada necesaria. Siendo el mundo virtual un lugar de tan fácil acceso para todas las edades, debemos poblar al mismo de imágenes reales y, a su vez, de personas dispuestas a utilizar la tecnología con una estrategia de conquista de nuestros derechos. Puesto que, si pasamos toda nuestra vida consumiendo ideales, vaciar nuestra mente de todos estos discursos odiantes a través de muy pocas personas sería una tarea difícil de llevar (aunque no imposible). Pero gracias al feminismo y la deconstrucción, podemos asegurar que hoy en día son muchas las personas y, en especial, las mujeres que han podido después de muchos años mostrar sus panzas. Porque no solo se trata de soltar la panza, sino de soltar los prejuicios. Porque quien mira con respeto su propio cuerpo, podrá mirar y tratar con el mismo respeto el cuerpo de los demás.

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