Un 22 de marzo de 1982, la escena del heavy metal mundial era testigo del lanzamiento de The Number of the Beast, el tercer álbum de estudio de Iron Maiden, que, años después, la historia ubicaría en el podio de los mejores álbumes de heavy metal. Hoy, 40 años después, en Rock y Arte hacemos un análisis del álbum y de cómo, Iron Maiden, reinventó el heavy metal.
Iron Maiden y el número de la bestia
Si hay que desmitificar la ley que establece que las terceras partes nunca son buenas, en materia musical, muchas veces, no se cumple. The Number of the Beast, es «el» álbum que irrumpió en la historia para demostrar que el heavy metal, a partir de entonces, ya no sería el mismo.
Iron Maiden, puede significar muchas cosas. Para quienes no están familiarizados con el género del heavy metal, puede ser, simplemente, el nombre de una cámara de tortura del medioevo, y para los conocedores del heavy metal, es una banda legendaria del Reino Unido que se conformó en 1975 en East London, con Steve Harris como fundador, bajista y principal compositor.
Rápidamente, la banda se posicionó como pionera dentro del movimiento del New Wave of British Heavy Metal y alcanzó un notable reconocimiento. A pesar de los cambios en la formación inicial de la banda, los dos primeros álbumes de estudio conseguirían convertirse en discos de platino y oro.
The Number of the Beast fue el primer álbum de la banda con Bruce Dickinson, ex Samson, como frontman, y él último con Cliff Burr en la batería, que luego, sería reemplazado por Nicko McBrain. El disco fue recibido con muchas críticas pero, al mismo tiempo, se convirtió en el primer trabajo discográfico de Maiden en formar parte del UK Albums Chart y se ubicó en el top 40 de los mejores álbumes de Billboard en los Estados Unidos.
Iron Maiden y la cultura de la cancelación
Con la llegada del álbum también llegaron las controversias de un sector de la población cuyo rechazo se manifestaba en la cancelación de la banda por considerar que tanto sus letras como el arte disruptor que proponían estaba ligado intrínsecamente con el satanismo. El sector más recalcitrante de la derecha norteamericana dedicó mucho esfuerzo y energía en comprar los discos de la banda y organizar quemas públicas o cancelar conciertos a lo largo y ancho del país «más democrático del mundo».
En materia de cancelación, Sudamérica no se quedó atrás, sin ir más lejos, el primer concierto que se realizaría en Chile en 1992 se vio frustrado por acción de la iglesia católica, entre otras, que en su delirio místico, consideraba que la banda hacía apología al satanismo. Esta cancelación también se vio afectada por cuestiones diplomáticas que tenían que ver con el genocida y dictador Augusto Pinochet.
Pinochet ya no estaba en el poder cuando la gira promocional del álbum Fear of the Dark estaba en marcha. Los medios no vacilaban en titular: «Grupo satánico viene a Chile». Por ese entonces, el obispo de Valparaíso, Javier Prado, el más fervientemente militante contra la visita de la banda, se paseaba por los canales de televisión afirmando:
Satanás, el demonio, es una realidad, y el demonio ocupa muchas cosas para entrar, entre ellas, estos grupos musicales
Javier Prado, obispo de Valparaíso
Esta cruzada que comenzó como un debate de valores religiosos asestó su golpe final dentro del Palacio de La Moneda cuando Belisario Velasco, subsecretario del Interior por la democracia cristiana puso en el eje del debate, las letras de las canciones de Iron Maiden. Tiempo después, este político reaccionario afirmó que nunca tuvo contacto ni escuchó ninguna canción de la banda.
No fue sino hasta 1996 que Iron Maiden pudo realizar un concierto en Chile, pero con la ausencia del vocalista Bruce Dickinson. Sin embargo, en 1998, tras la detención de Pinochet en Londres por pedido del juez Baltasar Garzón, se desataron fuertes tensiones diplomáticas entre Chile y el Reino Unido que resultaron en la cancelación del show de la banda.
La reinvención del heavy metal
Si bien la escena del heavy metal más primitivo tuvo, mayormente sus orígenes en el Reino Unido, con el transcurrir de los años y con la irrupción en la escena de la música del punk y su subcultura, la industria discográfica posó sus ojos sobre este género que, con su desprolijidad estética y musical captaba se abría paso dentro de la juventud que se identificaba con sus letras e himnos de protesta que canalizaban las frustraciones mismas de la vida y la desconformidad de la sociedad del momento.
El heavy metal, se vio desplazado y cuando parecía que todo estaba perdido, entra en la escena Iron Maiden junto a otras bandas que con un estilo musical propio y una imagen corporativa definida y sólida, vuelven a poner al heavy metal en el centro de la escena musical británica y mundial.
La importancia que tiene The Number of the Beast dentro del género no tiene precedentes. El álbum contiene tres de los mejores cortes que el tiempo posicionó como los himnos del metal: Run to the Hills, Hallowed be thy name y el corte que da nombre al álbum, The Number of the Beast no pasan desapercibidos ni resultan desconocidos para nadie.
Cuarenta años después, y con el fin de celebrar el aniversario de The Number of the Beast, Iron Maiden, ha lanzado una versión en cassette como tributo a lo que es, hasta el día de hoy, el álbum más importante no solo de la carrera musical de la banda sino de la historia del heavy metal mundial.