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Korea Queer, el cine como espacio de resistencia

La historia de la comunidad LGBT+ en Corea del Sur es compleja. Mientras que nuestro país en los últimos años se vio atravesado por la conquista de importantes derechos para este colectivo, en Corea del Sur la lucha por la visibilidad sigue siendo todo un problema. Esto resulta un poco irónico considerando la cantidad de hate que han recibido las agrupaciones masculinas de K-pop en los últimos años debido a su estética, alejada de los estándares hetero-cis-patriarcales que se manejan en occidente.

Por este motivo, sumergirse en el escurridizo mundo del cine queer en Corea del Sur es una tarea bastante escabrosa, sobre todo siendo extranjero. Su complejidad se debe no solo a las dificultades obvias de acceso, sino porque, incluso para los propios coreanos, muchas de estas producciones son desconocidas, están prohibidas o se consideran “películas de nicho”. Filmes como Broken Branches (1996) de Park Jae-ho y Mascara de Lee Hoon (1995) – protagonizada por la actriz transgénero Ha Ji-na – rara vez se proyectan fuera de su nicho designado.

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La conquista de espacios es algo en lo cual se continúa trabajando, aunque es una batalla cuesta arriba. Si bien la homosexualidad en Corea del Sur no es ilegal, las minorías sexuales no han sido incluidas en ningún proyecto de ley ni son reconocidas en la gestión estatal.

Corea del Sur cuenta con un servicio militar obligatorio para varones de entre 18 y 35 años; este hecho obliga a todas las personas a registra su género en su carné de identificación y en su registro familiar, implicando un gran problema para las identidades trans.

Tan solo en marzo de este año, Byun Hee-Soo -la primera soldado transgénero de Corea del Sur- se suicidó luego de que la licenciaran del ejército debido a su cambio de género. Su condición fue considerada como una “discapacidad física y mental”. Reconocer abiertamente la homosexualidad al ingresar a la milicia implica la dispensa del servicio porque se la considera como persona NO apta. Esto tiene fuertes consecuencias posteriores, dificultando incluso la posibilidad de encontrar empleo.

Si a esto le sumamos que es una sociedad cuyas bases fueron asentadas por el confusionismo, el cual considera que casarse y tener hijos es una obligación ciudadana, las cosas se vuelven bastante complicadas.

Korea Queer y la realidad de Corea del Norte

En Corea del Norte las cosas no son mucho mejores, ya que la homosexualidad se considera un ataque a la moral de los norcoreanos. En palabras del refugiado norcoreano Jang Yeon-jin, la homofobia en ambos lados de la frontera relega a la comunidad LGBTQ + al estado de un «doble extraterrestre». Esta situación se representa perfectamente en el film romántico Bungee Jumping of Their Own (2001) de Kim Dae-sungen donde la amenaza violenta del rechazo impone la devastadora elección de asimilar su romance como un compromiso existencial. La cinta concluye con el doble suicidio de sendos amantes homosexuales, ​​los cuales esperan reencarnar como una pareja heterosexual para volver a encontrarse.

Sin embargo, y a pesar de este panorama que parece bastante desalentador, la situación va mejorando lentamente: las nuevas generaciones demuestran tener una mentalidad mucho más abierta al respecto.

Ahora bien, la comunidad LGBT+ en Corea del Sur siempre ha tenido una fuerte relación con la industria del cine. El séptimo arte ha sido uno de los espacios privilegiados en la lucha por la visibilización. Por supuesto que en los primeros films que se atrevieron a abordar la temática, las etiquetas identitarias no se aplicaban claramente y se optaba por un guion camuflado. Encontramos así algunos íconos cinematográficos como: The Seashore Village (1965), The Pollen of Flowers (1972) y la película ero Sabangji (1988) , la primera película surcoreana en representar un personaje intersexual (interpretado por la actriz Lee Hye-young).

Con el desarrollo de la producción cinematográfica del país y el cansancio de las películas que encajaban en el estándar de “lo queer respetable”, surgen algunas expresiones un poco más audaces como Yellow Hair (1999),  Road Movie (2002) o No Regret (2006), donde los sentimientos ya no son domesticados sino que, por el contrario, parecen vivirse al máximo. Los protagonistas de estos films aman, odian, sienten celos, se lastiman y hasta matan por amor. Los afectos se convierten en una bomba de emociones compulsivas siempre a punto de estallar.

Our Body (2018), House of Hummingbird (2018), entre otras más, se realizan esfuerzos por deconstruir la mirada masculina y su presencia predominante en escena. Incluso aparecieron películas, como la inolvidable cinta de Lee Hyun-ju, Our Love Story (2016), que se enfrentaron al desafío de pensar el sexo y el placer queer desde una mirada femenina/feminista.

Una de los films más icónicos de la cinematografía queer es The Handmaiden (2016) debido a una escenificación del sexo mucho más explícita y la utilización de recursos fílmicos extravagantes. La película, ambientada durante la ocupación japonesa en los años 30, cuenta la tórrida historia entre Sok-Hee, una carterista, y la misteriosa Lady Hideko. El erotismo de esta cinta recupera incluso algunos elementos del cine porno.

Otro tanto son los numerosos cortos y documentales que forman parte del universo queer, los cuales también se han animado a abordar una variedad de temáticas LGBTQ+ mucho más amplias: Auld Lang Syne (2008) incluye la experiencia de la sexualidad en personas mayores; Miracle on Jongno Street (2011) pone en escena a dos personajes con VIH positivo; Weekends (2016) aborda el tema del activismo y God’s Daughter Dances (2020) cuenta la historia de una bailarina trans que debe asistir al servicio militar obligatorio.

Este tipo de realizaciones audiovisuales encuentra un gran apoyo por parte de la comunidad y suelen ocupar mucho espacio en las carteleras de eventos como el Festival Internacional de Cine del Orgullo de Seúl, el Festival de Cine Queer de Corea, el Festival Internacional de Mujeres de Seúl, el Festival de Cine Independiente de Seúl.

Es interesante ver que incluso numerosos cortos latinoamericanos han formado parte de estas carteleras. Sin ir más lejos, en el Festival de Cine Queer de Corea 2021, encontramos como una de las piezas seleccionadas al cortometraje Playback (2019) de Agustina Comedi.

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