
De los Beatles hasta BTS, las boy bands han revolucionado la industria musical. Estas bandas dejaron su esencia en cada tema, marcando tendencia en cada movimiento que hicieron a nivel musical.
Pero, corriendo a un lado a la actual industria Surcoreana, el resto de la industria ha sufrido pérdidas frente a las separaciones de boy bands emblemáticas como los Beatles, e incluso One Direction. En la actualidad, la industria Surcoreana está pisando firme en el terreno, no posee límites y llega a los fanáticos de cualquier edad, imponiendo una esencia diferente en el ámbito, una esencia inmortal.

El modelo BTS
El modelo que propone grupos como BTS es en realidad un prototipo que difiere de las boy bands occidentales. Pero, ¿en qué sentido? Juan Sanguino escribió una nota para Vanity Fair sobre el consumo sin cansancio de las boy bands en el mundo. Este periodista propone que “la boyband es fácil de ridiculizar”, “renuncian a su virilidad” y “no importa que vistos desde fuera resulten absurdos (como cualquier secta), porque no están concebidos para ser vistos desde fuera sino desde dentro del fenómeno.”

Sanguino plantea dos premisas cuestionables y una acertada. En realidad, cuestionar la renuncia a su “virilidad” no es algo para cuestionar. Comencemos con una pregunta básica, ¿qué es la virilidad? Y de allí vamos a preguntarnos ¿por qué si no son viriles atraen tanto a las mujeres?, ¿sólo hay que hablar de un público receptor femenino?
Muchas preguntas para una idea anticuada a la fecha. Mejor pensemos, ¿acaso no es eso lo que atrae? Ese modelo inocente, romántico, carismático y sensual que proponen puede ser una de las razones de la atracción de los y las fanáticas; pero debemos enfocarnos en las letras y, sobre todo, en el ritmo de las canciones. BTS y otros grupos de K-pop ofrecen un ritmo pop pegadizo y disfrutable, bailable.
La premisa acertada –aunque posea un comentario desafortunado en referencia a las sectas- ofrece una idea interesante sobre la visión exterior que recae sobre el grupo dentro del fenómeno, no solo de las boy bands sino dentro del género K-pop en general. Es eso lo que ocurre hoy en día con los fanáticos, las fanáticas y los no allegados al tema: existe un nuevo imaginario social sobre las boy bands que connota a Corea del Sur y al pop.
Hay rasgos, ítems, ritmos que nos hacen pensar inmediatamente en las bandas y en sus seguidores. Y a diferencia de Sanguino, podemos considerar que la industria de las boy bands está más viva que nunca y une comunidades de fans a nivel mundial.
Fanatismo sin escala
Sanguino prosigue en su nota para Vanity Fair diciendo “Ninguna [las boy bands] ha conseguido conquistar a más de una generación y, en cuanto sus fans se vuelven adultas, les abandonan por el mismo motivo que los adoraron en primer lugar: son un rasgo visceralmente intrínseco a su pubertad y, por tanto, hay que dejarlo atrás con cierto bochorno.”
En la actualidad, los fanáticos y las fanáticas de los grupos de bandas de K-pop no poseen un límite de edad. Por supuesto, hay un período de edad que condensa el fanatismo y ese es el periodo de la adolescencia; no obstante, hay fanáticas y fanáticos de todas las edades con las diferentes bandas de chicos, y no solo ocurre con los grupos de K-pop, sino también con One Direction, New Kids On The Block, entre otros.
Quizá algunos grupos musicales tuvieron una relación más extensa con sus fanáticos, pero no podemos generalizar y suponer que las fanáticas crecen y olvidan a su grupo favorito solo por vergüenza. Tampoco todos los fanáticos y las fanáticas siguen siendo fans por siempre de un cantante o un grupo en específico. En definitiva, son variables que pueden modificarse y no hay una única respuesta frente a un hecho metamorfo como la industria musical.
¿Existe un enmascaramiento de la violencia capitalista en el nuevo concepto de ‘boys band’?
En el 2009, el rubro musical surcoreano sufrió un golpe mediático cuando se reveló al mundo el maltrato que sufría el grupo TVXQ! (antiguamente conocido como ‘DBSK’). Un contrato de 13 años, sólo cuatro horas de sueño, vida privada extinta y largas jornadas de ensayo fueron los ítems que conllevaron a una denuncia a la compañía para la que trabajan.
Frente a este caso, el Centro Cultural Coreano de España informa que el Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de Corea del Sur estableció un prototipo de contrato para la formalización laboral entre compañías y los grupos de chicos. Este prototipo habilitaba distintas mejoras en las restricciones a la vida privada y menor tiempo de contrato (siete años como máximo).
Los cambios siguieron en 2017 con la comisión de Comercio Justo de Corea. El cambio más relevante para la industria fue la reducción de la cláusula que obligaba a los grupos a pagar una compensación a las compañías por incumplimiento de contrato.
Este ajuste fue llevado a lo imprescindible: hoy en día el incumplimiento de contrato se encuentra basado en los ‘escándalos’ mediáticos que un idol puede provocar (consumo de drogas, alcohol, algún accidente intencional, entre otros). Estas medidas ayudan hasta la actualidad a regularizar el uso del capital humano, entiéndase, los miembros de una banda musical.
Hablemos de la cultura del trabajo en Corea del Sur
Paula Fernández, Licenciada en Estudios Orientales con Especialización en Asia Pacífico, habló en una entrevista para Filo.News sobre la cultura del trabajo. Para el ojo occidental puede ser explotación y no así para la mirada oriental:
“En los años ’60 y ’70, Corea del Sur luchaba por volver a salir adelante luego de la guerra, un país devastado, en suma pobreza. […] Levantar el país fue posible gracias a una dedicación comunitaria colosal, por eso la importancia del trabajo y el esfuerzo en la cultura coreana.”
Además, Fernández agrega,
“El grupo es un producto, ya no industrial pero sí cultural. Desde luego hay críticas que podrían hacerse dentro de este proceso, y mirando con el ojo occidental, pero creo que es pertinente también entender que esto forma parte de una cultura de trabajo muy anterior al surgimiento del K-pop, y que tampoco es exclusivo de esta industria cultural en la actualidad.”
¿Debemos, desde nuestra mirada occidental, considerar adecuada y aceptar ciertos excesos administrativos para la consolidación de los grupos musicales surcoreanos? No, aunque consumamos este pequeño pedazo de la cultura surcoreana –como el K-pop- en realidad no pertenecemos a ella en sí misma. Podemos cuestionarla, podemos debatir, o comentar, pero no podemos interponernos frente a la cultura del trabajo en Corea del Sur ya que son ellos los que deben interferir si lo consideran necesario.
Joyita
Por último, les dejamos algunos documentales que recomendamos para profundizar en el tema de las boy bands.
‘The Boy Band Con: La Historia de Lou Pearlman’. Película sobre el manager de los grupos juveniles ‘The Backstreet Boys’ y ‘New Kids On The Block’.
Documental BTS «K-POP: El arma secreta de Corea» + entrevista con BTS en YouTube;