Inti Raymi - Festividades Andinas
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La más vieja de las noches: del color al blanco y negro

Llega el 31 de diciembre y comienzan las tradicionales fiestas para recibir “el nuevo año”. Algunas personas toman la fecha como una excusa para reunirse con seres queridos -y otros que no lo son tanto- y las mesas se llenan con vitel toné y ensalada rusa. A su vez, muchas familias deciden vestirse de blanco y toda la gente espera a las 00.00 para dar el chinchín.

Ritual en blanco y negro

En muchos hogares argentinos se sigue el ritual a rajatabla, tanto es así que pareciera ser algo propio de nuestra cultura, como si existiese desde el comienzo de los tiempos, sin embargo… ¿es esto realmente así? ¿Qué tan argento son el vitel toné (su verdadero origen es italiano) y la ensalada rusa (no pareciera haber necesidad acá de explicar su procedencia)?

Blanco y negro

Es sano y alegre poder transitar las fiestas como cada cual decida, pero resulta enriquecedor ahondar en la tradicionalidad de nuestra tierra para conocer los festejos previos al genocidio que representó la colonización, y tener la posibilidad de entender qué estamos festejando, y no solo festejarlo porque pareciera ser algo que simplemente “es así”.

En esta oportunidad recurrimos a la palabra de Andrés Cussi (34), guía de los senderos en la provincia de Jujuy, quien nos orientó para poder indagar acerca de los festejos andinos que hoy en día nos resultan tan lejanos. Es particularmente difícil conectar con ellos debido a que los pueblos indígenas del norte argentino tuvieron que hacer frente no solo a uno, sino a dos procesos de colonización. 

La última es quizás la más obvia, la colonización española, la cual se encargó de tomar los festejos ancestrales y taparlos con celebraciones a diferentes santos. Sin embargo, la primera colonización fue a manos de la civilización incaica que, si bien podría considerarse que no tuvo las mismas características, se desarrolló en base a un proceso de aniquilación sumamente sangriento de la herencia cultural de los pueblos que habitaban la región. 

Solsticio de invierno

En realidad, el festejo de año nuevo en las comunidades originarias, que ayudan a resistir su legado, está íntimamente vinculado con el solsticio de invierno. Este ocurre durante el 20 y 21 de junio y tiene como protagonista a la noche más larga del año en curso. 

Este solsticio tiene la particularidad de simbolizar el comienzo del nuevo ciclo de vida debido a que inicia el camino hacia el solsticio de verano, donde los días irán adquiriendo mayor cantidad de horas del sol, hasta llegar a su punto máximo.

Este momento significa la oportunidad para comenzar el proceso de siembra, por lo que se vincula con la fertilidad y abundancia. Las comunidades aprovechan para pedir y agradecer, pero sobre todo para festejar. Las calles se llenan de color, las personas aprovechan para realizar sus ceremonias, cantos y bailes tradicionales y abundantes comidas típicas.

Solsticio de verano

Si dejamos de lado el “año nuevo” que descendió de los barcos, o el “Kapak Raymi” que provino más del lado norte del continente, los festejos de diciembre están ligados fuertemente al solsticio de verano, fecha en la cual tendrá lugar el día con más horas de luz del año debido a que el sol alcanza su máxima declinación. A partir de este periodo irán dando fruto las cosechas de las siembras de junio.

LoS festejoS

Si bien el pueblo de Jujuy no se ha desligado jamás de su ancestralidad, Andrés nos cuenta que este periodo suele estar algo (des)teñido por las fiestas católicas que llegaron a nosotros en nuestra segunda colonización. En este sentido, pueden verse pesebres en las calles y cultos de adoración por la esperada llegada del niño Jesús.

Blanco - Inti Raymi

Aunque la cultura andina está marcada por una fuerte resistencia a la resignificación a la que buscaron someterla, es enriquecedora la flexibilidad con la que cada región, cada comunidad, cada familia, cada persona, busca aprehender ritos que se les fueron presentando a lo largo del camino.

Como nos comenta Andrés, es interesante entender la cultura en su aspecto dinámico y festejar nuestras ceremonias “de acuerdo a nuestros sentires”, más allá de lo que se nos quiera imponer, para lograr tomar los aspectos que más nos representen y conectar de una manera mucho más personal con nuestros cierres de ciclo. 

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