La libertad como fundamento para atrocidades – Libertad y nada más
Partir de la idea de que uno o una es dueña y dueño de su propio cuerpo no suena mal a priori, todo lo contrario, pero ¿se es dueña o dueño del propio cuerpo al punto de poder decidir vender un riñón, parte de su hígado, o incluso su corazón?
¿Es libertad o privilegio? ¿La donación de órganos es realmente ese acto altruista destinado a salvar la vida de alguien, o el salvavidas para saldar deudas? ¿Pálpito instaló la discusión?
¿Qué es Pálpito? ¿Qué pasa en Argentina?
Pálpito es una serie colombiana que ha sido tendencia en los últimos días, siendo lo más visto de la plataforma, y el orgullo que sea una serie de habla no inglesa. ¿Cuál es su trama? “A la esposa de Simón le arrebataron la vida para sacarle el corazón y trasplantárselo a Camila, una mujer casada con un hombre de mucho dinero. En busca de venganza, Simón se adentra en el peligroso mundo del tráfico de órganos. En su desesperada búsqueda, el destino lo lleva a enamorarse de Camila, quien está viva gracias al corazón que le quitaron a su esposa. El conflicto llegará a su punto máximo cuando ambos descubran la verdad”, se lee en la descripción oficial.
A simple vista, atrapante pero un poco limitada, pues, en palabras del propio creador, no profundiza en el tráfico de órganos, sino en una cuestión mucho más trascendental: el amor y sus límites, hasta dónde se es capaz de llegar en nombre del amor.
Sin embargo, para aquellos (y me incluyo) quienes somos ajenos a la cotidianeidad del servicio de streaming, Pálpito nos llama la atención por una simple razón: los polémicos dichos de un diputado nacional. En nuestro país, un diputado del bloque Libertad Avanza instaló la posibilidad de que, si llegase a ocupar el sillón de Rivadavia -referencia a la cabeza del Poder Ejecutivo- constituiría un nuevo mercado, el mercado de órganos.
Dicho sea de paso, en nuestro país la ley N° 27447 regula las actividades vinculadas a la obtención y utilización de órganos, (art. 1), específicamente en su art. 4: “Asimismo quedan prohibidos: Toda contraprestación u otro beneficio por la donación de órganos, tejidos o células o intermediación con fines de lucro”.
Entonces, ¿qué relación podemos encontrar entre Pálpito, la serie éxito de Netflix y las declaraciones estrafalarias del diputado? El flagelo global del tráfico de órganos, y una vez más la lucha de privilegios.
No es la primera vez que la cruda mirada del streaming pone en el escenario estos temas, lo ha hecho ya en la, también aclamada, serie de habla no inglesa “El juego del Calamar” donde reza la descripción: “Cientos de personas con dificultades económicas aceptan una extraña invitación a un juego de supervivencia. Les espera un premio millonario, pero hay mucho en juego”.
Algunos seguidores del diputado justifican sus declaraciones en nombre de la libertad, la libertad de decidir sobre uno mismo, la libertad de que el Estado, ahora devenido en el malo de la película, no se meta en las decisiones personales. Interesante argumento de quienes hipócritamente repudian el aborto.
El INCUCAI, organismo nacional a cargo de normalizar, coordinar y fiscalizar las actividades de donación y trasplante de órganos, tejidos y células en Argentina, reprochó las declaraciones lamentables del diputado, recalcando que “(la donación) se basa en una decisión solidaria, altruista y desinteresada, por lo que no puede existir ninguna contraprestación económica a cambio”. Pensar la donación de otra manera convierte a los seres humanos en objeto, vulnerando los derechos y dignidad humanas.
La nefasta libertad
Hoy en día, es moneda corriente el surgimiento de falsos héroes y heroínas con la mira puesta en las elecciones presidenciales y sus soluciones mágicas. Algunos y algunas predicando una supuesta falta de libertad, que se recupera con ellas y ellos en el trono del Estado que tanto dicen detestar. Sí, aunque sea contradictorio, quieren ser parte de lo mismo que aborrecen.
Por otro lado, están los que despotrican contra la libertad, considerada la causante de todos los males. Propagan insultos como “gorila”, “neoliberal”,etc, para justificar su adicción al autoritarismo.
La libertad no es ni lo uno ni lo otro. La libertad es poder elegir sin ser coaccionado. En el caso de la donación de órganos, si una persona dona su riñón para pagar el alquiler y evitar que su familia quede en la calle, no lo hace porque es libre de hacerlo, sino porque no tiene alternativa. Esa “libertad” avala atrocidades como, en un grado más severo, las guerras.
Esa nefasta libertad, que los políticos quieren que alabemos como mesías u odiemos como al diablo, depende de la vereda en la que nos encontremos.
Pero no seamos ilusos, el mercado de órganos existe y lo conocemos como tráfico de órganos. Este es un delito, y si se buscara testimonios a lo largo y ancho del globo de víctimas y familiares de víctimas del tráfico de órganos, no coincidirían con esa sensación de libertad. Incluso, para ellos y ellas, la trama de Pálpito, podría ser un mal chiste.
Verdades Únicas y Absolutas
Desde mi postura personal, considero que hay verdades absolutas, que no dependen de la concepción de diferentes individuos e individuas. Una de ellas es la referida a los privilegios, pero más allá de acudir a un debate filosófico o a la discusión de la bienamada meritocracia, volvemos al principio de la cuestión planteada por Pálpito: ¿Es libre la persona que toma una decisión con coacción? ¿Es libre la persona cuando ni siquiera toma la decisión? Las respuestas son tajantemente negativas.
La donación de órganos y tejidos es un acto altruista, que significa salvar la vida de otra persona. De esta manera, no es, ni puede ser un acto transaccional con miras al costo-beneficio. La ley 27447 es clara en ese sentido, al igual que lo son los principios enumerados en su tercer artículo:
1. Respeto por la dignidad humana en todas sus dimensiones.
2. Respeto por la autonomía de la voluntad como fundamento ético y legal de toda intervención médica.
3. Solidaridad y justicia distributiva en la asignación de órganos, tejidos y células.
4. Equidad en el acceso a los tratamientos de trasplante.
5. Extrapatrimonialidad del cuerpo humano, sus órganos, tejidos y células.
6. La atención integral del paciente trasplantado.
7. La observancia de los principios éticos en el desarrollo y promoción de toda actividad de investigación vinculada a trasplante, basada en los adelantos científicos.
8. La autosuficiencia, entendida como el desarrollo de políticas y estrategias que permitan maximizar la disponibilidad de órganos, tejidos y células, a fin de garantizar la disminución progresiva en las listas de espera.
9. Voluntariedad, altruismo y gratuidad en la donación.
Es claro que si fuera un mercado, solo podrían acceder a un órgano aquellas personas que tuvieran el poder adquisitivo, mientras que los donantes serían aquellas personas que se encuentran en un estado de necesidad. La salvaje ley de oferta-demanda, premisa básica de todo mercado, nos sumiría en inimaginables escenarios.
En realidad, sí nos podemos imaginar ese escenario. Basta con leer informes de Interpol, ONU, OMS, y demás organizaciones internacionales, los cuales dan cuenta de las crueles cifras que reflejan a las víctimas de trata y del tráfico de órganos a lo ancho del globo. Con estadísticas mediante, dudo que alguien pueda pensar que todas esas personas se someten de manera voluntaria a la extracción de sus órganos.
El diputado, sin embargo, no se retractó de su propuesta, e, incluso, expuso algunos números de manual (las estadísticas brindadas pueden consultarse de manera abierta en las páginas oficiales del CRESI y SINTRA, los encargados de dichos informes). Los números son números, quizás para índices del PBI o riesgo país, o para la cotización del dólar, pueden ser tomados a la ligera, pero, cuando se habla de una vida, no se puede.
El Estado no es perfecto y tiene muchas fallas, pero la ley de trasplantes es clara, y cumple su objetivo: proteger al donante de cualquier situación que lo acerque a ser cosificado, que no respete su dignidad humana, ni siquiera sus derechos humanos fundamentales. Pensar al ser humano como una cosa de la que se puede disponer es viajar a épocas oscuras.
La trama de la serie Pálpito y la postura del diputado no son nuevas historias, se conocen desde el arcaico. Lo increíble, al punto de asombrar al más iluso, es que hoy en día, pleno siglo XXI, sigamos cuestionando la dignidad humana, y en muchos casos, lo que es peor, negándola.