Como las nubes al viento
A vivir sin paradero,
Que no tiene el que es matrero
Nido, ni rancho, ni asiento.
José Hernández, Martín Fierro (1872).
Dirigido e interpretado por Marco Antonio Caponi, este unipersonal es una rareza sui generis que todo el mundo debería conocer. Con una actuación alucinante y un libreto en verso –a cargo de Gonzalo Demaría–, Romance del Baco y la vaca es una obra que retoma la tradición de la poesía gauchesca y la épica nacional, al mejor estilo Martín Fierro, para innovarlo todo y reivindicarse única.
El paralelismo es inevitable. Como en la obra fundacional de José Hernández, nos encontramos con un protagonista paria, aguerrido y salvaje, que valora su libertad por sobre todas las cosas. Baco, nombrado así en honor al dios del vino, nace en una zona rural y es criado, hasta sus doce años, por una vaca lechera. Esta es la historia de un gaucho desplazado, que vive siempre al margen, en el límite de lo humano y lo animal.
Forzado al trabajo y al deber, Baco se escapa en búsqueda de su libertad. Con un exquisito toque western, vemos las peripecias de ese desplazamiento, llenas de persecuciones y adrenalina al cien por ciento. Los juegos de sombra y luz, sumados a la musicalización en vivo de Caponi, montan una atmósfera de peligro a vivo color, donde la policía, los políticos y las multinacionales atentan contra la libertad que ruge de las entrañas del gaucho matrero que huye de la ley.
En esta épica gauchesca el movimiento ya no es del campo a la tierra de indios, hacia el extremo de lo salvaje, sino que es una migración del campo a la ciudad. Sin embargo, el payador que cuenta su historia protege la esencia animal que lo guía. Al mismo tiempo, la china de este gaucho no es humana, como la de Fierro, sino que es una vaca blanca y lechera, como su madre.
Se trata de un giro edípico, pero contundente, hacia la permanencia del origen, de lo esencial para este protagonista. La fuerza de la naturaleza salvaje sobre lo humano es el motor de vida para esta historia de amor interespecie, entre Baco y la vaca, entre lo humano y lo bestial.
Marco Antonio Caponi en Romance del Baco y la Vaca
La actuación de Caponi es sencillamente impresionante. Con una caracterización impecable, capaz de capturar la marca del abandono en todos sus niveles, cada movimiento o sonido que el actor produce está íntegramente ligado a la experiencia de ese gaucho marginado. Por momentos risueño y cómplice, por momentos violento y pasional, Baco es un personaje multifacético y complejo. Su aproximación al público, desde el texto en verso, es absolutamente natural y directa. La distancia entre la puesta en escena, que es mínima, y la grandiosidad de la épica de Baco, es una brecha fácil de cerrar gracias a la interpretación de Caponi, que lo deja todo en el escenario.
Graciosa, inteligente y atrevida, esta propuesta no puede pasar desapercibida. El ritmo de la obra es totalmente dinámico y cambiante, entrando y saliendo permanentemente de situaciones límite que ponen en juego cualquier percepción de la humanidad. Entre la épica y el absurdo, el relato indaga en el deseo íntimo más allá de toda percepción social. No se trata de si es válido enamorarse de una vaca, sino de la intensidad con la que ese sentimiento puede abrir las puertas hacia un nuevo destino.
Esta es una historia de amor, abandono y libertad. La pureza del sentimiento salvaje es el ingrediente primordial en esta obra de épica gauchesca, donde las actualizaciones dentro del género garantizan una experiencia única e imperdible. Que nadie se quede afuera de esta reivindicación de nuestra literatura fundacional, de este homenaje divertido e increíble que es el Romance del Baco y la vaca.
Ficha técnico-artística
Autoría: Gonzalo Demaria
Actúan: Marco Antonio Caponi
Vestuario: Pamela Martinelli
Iluminación: Gonzalo Córdova
Equipo De Dirección: Mónica Antonópulos, Manuel Caponi
Prensa: Marcelo Boccia
Producción: El Baco
Dirección: Marco Antonio Caponi