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El profesionalismo de las mujeres en Japón: de la pasividad a la acción

‘El país corre el riesgo de convertirse en una nación de amas de casa aburridas con títulos universitarios’, advierten algunos.” (BBC News, Japón: 2021). 

La discriminación sobre las mujeres profesionales japonesas conlleva a apreciar la manera en que son replegadas al ámbito pasivo solo por la asociación de género y sexo, articulando una fuerte diferenciación y selectividad en el mercado laboral, afectando su vida personal y a la misma sociedad japonesa, creando una recesión económica y cultural frente a otros países pioneros en la perspectiva de género.

Actualmente se considera a las mujeres, esencialmente, a las amas de casa como las futuras capataces para sacar al país adelante ante la recesión económica que Japón está viviendo por la pandemia del COVID-19. Mujeres con experiencia y un título universitario en mano.

Pero, el problema que las mujeres japonesas enfrentan en el mercado laboral es la limitada, retrógrada y exigente vara que las empresas –y la misma sociedad- colocan en la diferenciación de género y sexo. Hoy en día son el posible y futuro motor de la economía, pero, ¿podrá llevarse a cabo?

Japon

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Japón presenta desde la década de los noventa un desequilibrado sistema económico en lo que respecta el género y al sexo. Comenzando con una buena economía, cuando un solo sueldo atendía todos los gastos de una familia promedio; la mujer aceptaba el puesto de ama de casa.

Sin embargo, se registran cambios al pasar el tiempo, debido a que las mujeres volvieron a reinsertarse al mercado laboral no solo por placer e independencia económica sino porque la estabilidad económica empezaba a disminuir en los hogares japoneses.

Womenomics, un plan a medida del Estado

La política ‘Womenomics’ creada por la analista de inversión Kathy Matsui en 1999, surgió efectos en la sociedad japonesa en 2012, como pilar central en un plan económico por parte del gobierno.

¿De qué trata esta la visión de está economista? El ‘Womenomics’ es un plan creado a partir del panorama que se le presentaba a Matsui en Japón: aprovechar la labor de las mujeres japonesas –y las mujeres a nivel mundial-. En 1999, Japón sufría una recesión de natalidad,  rápido envejecimiento y estos dos elementos llevaban a un problema en la fuerza laboral.

Matsui afirma que a partir análisis revelaron que el plan habría funcionado a partir del 2013 en adelante. Comparando cifras, en 1999 había alrededor de un 56% de participación laboral femenina y en 2019 esa cifra se elevó a 71%.

Según las cifras del gobierno; solo el 42,1% renunció en 2019, lo que elevó las tasas de participación en el mercado laboral al 70,9% para las mujeres de 15 a 64 años, aumentando al 77,7% en el rango de edad de 25 a 44 años. No obstante, las cifras del Foro Económico Mundial revela que, en promedio, los ingresos de una mujer insertada en el mercado laboral se presenta un 40% más bajo que los de un hombre.

Corroborado con cifras oficiales, el 60% de las mujeres dejan de trabajar tras el primer hijo. Esto se debe a que es casi imposible la inserción al trabajo remunerado tras el periodo de licencia.

Mujeres, con títulos universitarios, capacitadas en diferentes ámbitos y capaces de demostrarlo, son incapacitadas por la misma sociedad. Colocando así al hombre en la actitud activa, dejando a solamente algunas mujeres en la actitud activa para pulir asperezas, e insistiendo en repeler a las mujeres a un ámbito más pasivo.

Un problema de roles sociales. 

El problema de los roles sociales –activo, pasivo- son efectivamente un problema para las mujeres en Japón.

Marta Lamas explica sobre el género y los problemas que acarrea: “El género es una armadura: filtra nuestra percepción del mundo y nuestras opciones de vida.” (Lamas, 193: 1998), la explicación resumida y para los más conservadores; no es eliminar al género –aunque pueda ser una posibilidad social- sino es que el concepto de género provoca estigmas y una visión del mundo sobre esa personas con ese género asignado, tiene características y roles que indican la “pertenencia” a esa categoría y por lo tanto esa persona debe actuar acorde a esas características y roles y no salirse de ellas o sino será juzgada por la sociedad.

Lamas prosigue: “Lo que está en juego frente a la diferencia es como se asume al otro, al distinto, al extraño.” hasta “La diferencia se traduce en desigualdad, tomando como referencia lo masculino. En la base del sexismo se encuentra la forma en que es pensada la existencia social a partir de la diferencia sexual.” (Lamas, 191-192: 1998).

Entonces, ¿en qué punto entra la preferencia por la pasividad femenina? Lamas explica: “La relevancia aterradora del sexismo es que, contra los datos de la realidad, prevalece la fuerza de la simbolización. Así surgirán a lo largo de los siglos las explicaciones y justificaciones para que las mujeres no hagan ciertas tareas o hagan otras.” (Lamas, 195: 1998).

La simbolización y conceptualización configura el imaginario, depende de uno ver las fisuras del mismo y cuestionarse puntos relevantes para la sociedad. – Marta Lamas.

Ahora bien, contemplado el panorama de género en Japón, la explicación del mismo por Marta Lamas, es debido recordar y articular las grietas que presenta un país de primer mundo como Japón, en donde en 2018 se reveló información que más de uno dejo con la boca abierta, especialmente porque esta información viene de un país como Japón. Sin embargo, ¿en verdad nos sorprende la diferenciación de género y sexo?

Ama de casa con título universitario

En 2018 se reveló que varias universidades de Japón, como la Universidad Privada de Juntendo en Tokio, manipularon los exámenes de ingreso a favor de los hombres. La justificación: “las mujeres maduran mentalmente más rápido.” ¿Hasta qué punto esto puede ser considerado un halagado y cuándo comienza el insulto?

De acuerdo a los datos oficiales ofrecidos por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social de Japón (2016), las mujeres constituyen el 21% de todos los médicos de Japón. Entiéndase por ese número como la proporción más baja de médicas mujeres entre los 36 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

También, en agosto de 2018, las autoridades de la Universidad de Medicina de Tokio, admitió manipular el examen de admisión y así lograr un límite en el acceso a la educación.

Tetsuo Yukioka, el director general de la universidad, pidió disculpas en una rueda de prensa. La prensa local anticipó que esta práctica había comenzado en el 2006 y el objetivo era evitar que las mujeres representaran más del 30% de los alumnos admitidos para comenzar la carrera de medicina.

La justificación recaía en que las mujeres apenas empezaban a trabajar como médicas, tendían a casarse y tener hijos, provocando un estancamiento en el ámbito de la salud japonesa ya que no ejercían su labor en una totalidad.

Esta revelación llevó a que las autoridades del Ministerio de Educación de Japón empezarán una investigación a las 81 entidades educativas de nivel universitario en todo territorio japonés. Pidieron cambios en el procedimiento de admisión y advirtieron que si los métodos no suenan adecuados “les haremos preguntas adicionales o una visita”. 

Por lo tanto, ¿cuántas mujeres sufrieron esta discriminación? No consideramos que la discriminación de género y sexo haya comenzado en el 2006 en la Universidad de Medicina de Tokio.

Sexismo que data de años

La discriminación hacia las mujeres existe hace muchos años. Recordemos que la “primera ola” feminista comenzó con las sufragistas a mediados del siglo XVIII y es interesante –para no decir triste- la manera en que la lucha sigue siendo la misma, con el mismo enemigo: la desigualdad entre el hombre y la mujer.

La equidad laboral es una de ellas, tanto en la inserción a un trabajo remunerado y en blanco como la participación en cantidad similar entre hombres y mujeres.

Referencias bibliográficas:

Lamas, Marta. 1998. “La violencia del sexismo”. El mundo de la violencia. Adolfo Sánchez Vázquez, editor. México: Facultad de Filosofía y Letras. UNAM, Fondo de Cultura Económica, 1998. pp. 191-198.

Redactora | + publicaciones

Estudiante de Letras en la Universidad de Buenos de Aires. Amante de la cultura y la literatura japonesa. Intento de crítica literaria.

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