Simone de Beauvoir y un breve esbozo de su vida y su legado.
“Nadie nace mujer, se llega a serlo” declaró Simone de Beauvoir en un convulsionado siglo XX, y no pudo no ser oída. Es que Beauvoir asumió que la feminidad no debe considerarse un hecho determinado por la realidad biológica u orgánica, sino que debe entenderse como una construcción social. Al tiempo que sostuvo los que fueron y son los fundamentos de la lucha feminista en el mundo.
Las mujeres, planteó en El Segundo sexo, son definidas desde una perspectiva masculina que se reserva para sí misma el estatuto de la universalidad, de la trascendencia, identificando la feminidad con la esfera corporal, con lo particular, con lo dado.
En la relación entre los dos sexos, el hombre se perfila como el sujeto y la mujer como el objeto, de modo que lo femenino emerge como algo diferente de lo humano, algo a lo que no se tiene acceso: lo femenino siempre es lo otro. Pero se trata de un otro absoluto, no recíproco. Es decir, a diferencia de otras relaciones de alteridad, en la relación entre los dos sexos no es posible la reciprocidad porque la mujer, para ser definida, requiere el supuesto ser esencial: el hombre.
Aquí lo central es, el modo en que Beauvoir se detuvo sobre las formas específicas en las que la tradición científica, literaria, cultural, religiosa y política, y creó un mundo en donde los ideales artificiales de la feminidad produjeron una ideología de la inferioridad «natural» de la mujer para justificar su dominación y la opresión de su libertad.
Simone, su vida, su legado.
“De pronto el porvenir existía y me transformaría en otra que podría decir Yo, pero yo no sería la misma. Presentí todos los rompimientos, los renunciamientos, los abandonos y la sucesión de mis muertes” (de Beauvoir: 2016; 11) escribe ya Simone de Beauvoir en las páginas iniciales de Memorias de una joven formal, la primera parte de lo que constituye su obra memorialística, y que, sin embargo, anticipa y anuncia mucho de lo que luego se podrá leer allí.
Hija de Georges Bertrand de Beauvoir y Françoise Brasseur, Simone de Beauvoir nace en París en 1908 y muere en 1986 en la misma ciudad. Reconocida filósofa, profesora y escritora, pues no concebía la vida sin escribir, su obra abarca tres vertientes: la literaria (La invitada, Los mandarines), la ensayística (El segundo sexo) y la memorialística (Memorias de una joven formal, La plenitud de la vida, La fuerza de las cosas, Final de cuentas y, tras la muerte de Sartre, La ceremonia del adiós).
Dedicada toda su vida a reivindicar las capacidades y derechos de las mujeres, hoy no puede hablarse de Feminismos sin mencionar su nombre. Participó activamente en la defensa de los derechos de las mujeres, en especial en la legalización del aborto en Francia, convirtiéndose en la precursora de los feminismos tal y como los conocemos hoy en día.
Simone de Beauvoir, además, contribuyó intensamente en los debates ideológicos de su época, atacó con dureza a la derecha francesa y asumió el papel de intelectual comprometida. Por otro lado, fue fundadora junto a Jean Paul Sartre, Albert Camus y Maurice Merleau-Ponty, entre otros, de la revista Tiempos Modernos, cuyo primer número vio la luz un 15 de octubre de 1945 y se transformó en un referente político y cultural del pensamiento francés de mitad del siglo XX.
Simone, una de las pioneras del feminismo
Educada y criada en el seno de una familia cristiana, Simone comienza desde muy joven a marcar sus distancias. Ya a sus catorce años, una crisis de fe la transforma en atea. Ese quiebre la determinó, por la libertad que sintió al renunciar a una creencia preestablecida.
Destacada por su habilidad intelectual y exigida por la situación de su familia, la cual después de la Primera Guerra Mundial es precipitada al deshonor y bancarrota cuando su abuelo materno, Gustave Brasseur, presidente del Banco del Mosa, es declarado en quiebra, toda su educación temprana estuvo dirigida sin interrupción hacia una carrera universitaria. Su primer bachillerato, en Literatura y latín, lo obtuvo en verano de 1924.
Posteriormente, en 1925 superó el mismo nivel en filosofía y matemáticas. Accede, así, a la Escuela Normal Libre (Instituto Sant-Marie) en Neuilly, una escuela privada para trabajar una licence-ès-lettres, y al Instituto Católico, donde estudia matemáticas. En 1929 empieza su formación en filosofía en la Facultad de Letras de la Sorbona, donde Simone obtuvo el segundo lugar de su promoción siendo la novena mujer en graduarse de esa universidad. Será allí también donde conoce a otros jóvenes intelectuales, incluyendo Jean-Paul Sartre su compañero por cincuenta años.
Aferrada a las preguntas por la existencia de la vida y sus formas, lo fundamental, para ella, fue la libertad. Con Sartre no se casaron ni convivieron y llevaron adelante una relación polígama y bisexual, tanto uno como el otro no estaban dispuestos a acatar las estructuras impuestas por la sociedad.
“Parecía que yo existía de dos maneras; entre lo que yo era para mí y lo que era para los demás no había ninguna relación” (143) escribe Simone en sus memorias, tal es así que toda su vida se esforzó por ser genuinamente aquella y deconstruir al máximo a esta.