Suena el silbato. Con una tensión que corta el aire, los jugadores entran a la cancha. Este es el momento que tanto estuvieron esperando, por el que tanto lucharon. Sienten la presión que los rodea, deben darlo todo en este partido. Entre respiraciones entrecortadas, se preguntan si podrán hacerlo, aunque saben que no hay tiempo para dudas. Hoy se juega Voley, la final.
El dúo Manasseri–Provenzano acierta nuevamente. Luego del éxito de El funeral de los objetos, recientemente nominada a tres Premios Hugo, la dupla reestrena Voley, la final en Ítaca Complejo Teatral, los martes a las 21h. Con una propuesta dinámica e intensa, esta es una obra para ver sentado al borde de la butaca.
Mucho más que una final
Voley es, ante todo, una obra física. Todo lo que ocurre, dentro y fuera de la cancha, se disputa en los cuerpos. El deporte es una cuestión de contacto, donde, como un mantra, los jugadores se repiten: defensa y ataque, defensa y ataque, defensa y ataque. Pero ¿quién ataca a quién? ¿Y quién defiende a quién?
Los jugadores llegaron a la final. Tanto el plantel masculino como el femenino –y sus respectivos coaches– se disputan ser campeones. Sin embargo, hay algo que los distrae de la victoria. A ambos lados de la red se esconde algo mucho más grande que el deseo de ganar: un secreto a voces, tan terrible como impronunciable, que tensiona las dinámicas de los equipos, enfrentándolos y aumentando la presión en juego. Algo pasó antes de ese partido, algo que no pueden –ni quieren– decir.
Con un clima álgido y agobiante, este musical desafía todas las expectativas de la escena independiente. Gracias a la prolífica dirección coreográfica de María Fernanda Provenzano, vemos en escena un despliegue alucinante, donde doce actores y actrices habitan el espacio de una forma precisa y llevadera, incluso en los momentos de caos coordinado. Asistimos a un verdadero partido de vóley, ensayado milimétricamente para coincidir con efectos de luces y sonidos que logran una apuesta compleja y emocionante.
Representarlo todo: esto es teatro
En este sentido, el trabajo actoral es digno de elogiar. Los actores y actrices, como sus personajes, lo dan todo en la cancha-escenario. Saltan, se tiran al piso, bailan, actúan y cantan, en medio de coreografías exigentes en un nivel físico y de coordinación. No es sencillo que en un espacio reducido haya tantos intérpretes ejecutando roles tan diversos y de forma tan homogénea, sin torpezas que rompan el cuidadoso entramado de la ficción. Las actuaciones son demandantes, pero convincentes, logrando que el espectador se comprometa absolutamente con lo que tiene frente a sus ojos.
Respecto de lo musical, los números que se llevan a cabo son de rock y punk rock. Las canciones pueden parecer un tanto monótonas debido a la poca variación en el género, pero cumplen la función de sostener la tensión que el guión demanda. Y aunque no todos los intérpretes están al mismo nivel como cantantes, la sinergia del equipo funciona bien coralmente, con varias interpretaciones destacables.
Es necesario mencionar que el montaje de sonido, durante la función, interrumpía por momentos la destreza de los actores y actrices. Las pistas de las canciones estaban demasiado fuertes, tapando las interpretaciones, y los micrófonos individuales no estaban del todo adaptados a las capacidades de cada personaje, haciendo que el volumen varíe y se pierdan algunas partes del guión. Sin embargo, esto es teatro, y no todas las funciones son iguales. Es por eso que este detalle, si bien vale la pena mencionarlo, no debe frenar a nadie de ir a disfrutar esta obra musical, que es realmente disfrutable.
Y hablando de que esto es teatro, es imposible dejar de remarcar la cantidad de recursos que la obra utiliza. Desde lo sonoro hasta las proyecciones de entrevistas en vivo, todo en esta obra grita que no sería la misma en ningún otro formato. Anima a los espectadores a desafiar los propios límites con los que se concibe a la puesta en escena, demostrando que hasta las puestas más complejas son posibles con estos directores. Tanto el montaje como el guión trabajan juntos para transportar a la audiencia a la cancha, a la final, con una destreza aguda y placentera.
Vóley es una obra de las que no se ven mucho en la escena independiente: por su complejidad, por su nivel actoral y por su accesibilidad. Es momento de ponerse el equipo de gimnasia y atreverse a desafiar los límites, tanto arriba como abajo del escenario. Esta es una propuesta dinámica, innovadora y arriesgada que el público no se puede perder.
FICHA TÉCNICA
IDEA ORIGINAL: Nicolás Manasseri – Ma. Fernanda Provenzano
LIBRO: Nicolás Manasseri
MÚSICA ORIGINAL – DIRECCIÓN MUSICAL: Alejandro Roig
DIRECCIÓN DE MOVIMIENTO Y COREOGRAFÍA: Ma. Fernanda Provenzano
ELENCO
Dolores Basualdo – Juan López Boyadjian
María Luz Navarro – Federico Sorrentino
Juliana Diaz – Dante Duarte
Sabrina Birmajer – Facundo Rau
Florencia Diez – Oscar Villalba
Noelia Vera – Matías Zajic
EQUIPO CREATIVO
DISEÑO DE ARTE Y ESCENOGRAFÍA: PHEPHANDU – Lucila Rojo
DISEÑO GRÁFICO: Mariano Morelli
DISEÑO DE VESTUARIO Y REALIZACIÓN: La Costurera Teatro
DIRECCIÓN DE ACTORES: Nicolás Manasseri
DIRECCIÓN DE MOVIMIENTO: Ma. Fernanda Provenzano
DIRECCIÓN MUSICAL: Alejandro Roig
EDICIÓN Y VIDEOS: PHEPANDU
ASISTENTE DE DIRECCIÓN Y PRODUCCIÓN: Aldana Alessandroni
PUESTA EN ESCENA: Nicolás Manasseri – Ma. Fernanda Provenzano
PRENSA: 0KM Prensa
DIRECCIÓN GENERAL: Nicolás Manasseri
PRODUCCIÓN GENERAL: PHEPANDU