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Nina Simone: la voz incendiaria

No fue solo una de las mejores cantantes y pianistas estadounidenses de jazz, rhythm and blues y soul del siglo XX. Desde los escenarios, fue también le dio voz a la pelea contra el racismo y por los derechos civiles de los afroamericanos. Quizás por eso haya entrado a la historia como la “Suma Sacerdotisa del Soul” (High Priestest of Soul). A 18 años de su muerte, ¿por qué recordar a Nina Simone?

Nina Simone, un repaso por su vida

Eunice Kathleen Waymon -su verdadero nombre- nació en Tryon, Carolina del Norte, Estados Unidos, el 21 de febrero de 1933, en el seno de una familia afroamericana y de clase trabajadora. Tenía solo tres años cuando tocó por primera vez una canción en el piano en la iglesia donde su madre era predicadora. A los 12, ya había tenido su primer encontronazo con el racismo: fue en su primer concierto, cuando los organizadores hicieron sentar a sus padres en el fondo, por el simple hecho de ser negros. Ella se opuso a tocar hasta que fueran ubicados en primera fila, y lo logró. Así nació su carrera como artista, con la cabeza en alto y el carácter de hierro.

ninaDespués de acercarse a las obras de Bach, Beethoven, Rachmaninoff y Debussy, de la mano de su entonces profesora Mrs. Mazzanovich, decidió lo que quería para el destino de su vida: convertirse en la primera mujer negra concertista de música clásica.

Pero sus deseos se vieron nuevamente obstaculizados por el color de su piel. Aunque había asistido durante un año a clases en la prestigiosa Universidad de Julliard, -que había costeado con dinero recolectado para ella en Tryon-, le negaron su ingreso al renombrado Instituto Curtis de Filadelfia. Mucho tiempo más tarde, el mismo año que el de su muerte, este conservatorio le entregaría un diploma de honor, pero esto entonces le era ininmaginable.

Para ese entonces, Eunice ya estaba instalada en Atlantic City y su familia entera se había trasladado a Filadelfia, solo para estar cerca suyo. Esto la llevó a tener que tomar una decisión impensada por aquella niña que había sido: comenzó a tocar el piano en bares durante toda la noche para vivir.

Uno de los dueños de los clubs donde ganaba 90 dólares -de los cuales 50 les entregaba a sus padres- la puso contra la espada y la pared: si no cantaba, no podía seguir tocando. Así que, sin planearlo y, quizás incluso, sin quererlo, se lanzó a cantar melodías de todo tipo: spiritual, jazz, soul. Sin embargo, lo hizo bajo un seudónimo, por el miedo atroz de que su madre se enterara de que hacía “música del diablo”. Ese seudónimo fue “Nina Simone”, y así surgió una de las más grandes cantantes del siglo XX.

ninaProntamente, en 1958 grabó varios de los temas que solía cantar en los pubs, y su primer album “Little Girl Blue”, vio la luz. Gracias a su lanzamiento, su versión de “I Love You, Porgy”, de Ira y George Gershwin se popularizó, y en 1960 llegó al prestigioso Newport Jazz Festival. “Lo que me interesaba era transmitir un mensaje emocional y eso implica usar todo lo que llevas dentro”, explicó Nina en uno de los reportajes del documental que recoge su vida y obra, “What Happened, Miss Simone?”, dirigido por Liz Garbus.

Poco tiempo después, conoció a un policía de Brooklyn, con quien se casó en 1961 y quien se convirtió en su manager, pero también en su golpeador.

En un clima de tensión laboral y violencia de género, tuvieron una hija, Lisa, que Nina apenas podía ver crecer por estar permanentemente en giras y conciertos. Fueron años de declives a nivel personal, que generaron en la artista impulsivos ataques de ira y desestabilidad emocional, un carácter exasperante y una desgarrada relación con su hija.

No obstante, el éxito de su producción fue imparable. Sus interpretaciones de “I put a spell on you” y “My baby just cares for me”, entre otras, fueron muy aclamadas, y llegó a grabar no uno, sino dos discos por año.

Nina Simone, de cantante afro-descendiente a activista

Pero, mientras Nina era escuchada en importantes salones por gente rica y blanca y se convertía de manera indiscutible en una nueva estrella, la comunidad afroamericana ya se había lanzado a una pelea en las calles contra el racismo. La maestra y activista Rosa Parks ya se había negado a cederle el asiento del autobús a un hombre blanco, -según lo establecían entonces las “leyes Jim Crow” de segregación racial- y cada vez cobraba más peso y mayor influencia el movimiento por los derechos civiles de los afro-descendientes.

Los hechos que tuvieron lugar el 13 de septiembre de 1963 fueron, probablemente, decisivos para Nina Simone. En Birmingham, Alabama, un atentado del grupo supremacista blanco Ku Kux Klan contra una iglesia dejó un saldo de cuatro niñas negras asesinadas. La bronca y el odio que se encendieron en ella se transformaron en 1964 en “Mississippi, Goddam” (Mississippi, maldición), con la que se sumó públicamente a la pelea por los derechos civiles de la comunidad negra. Tocó esta canción en el Carnegie Hall, una de las salas de conciertos más importantes de Estados Unidos, para un público predominantemente blanco e ilustre.

“Mississippi Goddam me llamó la atención. Ella estaba haciendo algo distinto. Aunque los negros sufrieron muchísimo, ningún varón negro se atrevió a decir: ‘Mississippi, maldición’. Y que alguien de la estatura de ella viniera a hablar de tu problema, ¿sabes la alegría que nos dio? Todos queríamos decirlo, pero lo dijo ella”, contó al respecto en “What Happened, Miss Simone?” el activista Dick Gregory.

La canción se convirtió inmediatamente en un himno contra la opresión y la humillación racial y a ella se le sumaron otras más como “To be young, gifted and black”, “Blacklash Blues”, “I wish I knew how would feel to be free” y “Pirate Jenny”, que Nina interpretó por su fuerte compromiso con la causa de su pueblo. Pero no solo le puso su voz de contralto a esta pelea sino también el cuerpo: fue una de las artistas que participó de la masiva Marcha de Selma en 1965 fogoneada por Martin Luther King, uno de los impulsores del movimiento contra la discriminación racial.

Su activismo le costó enemistarse con las discográficas, ser excluida de la farándula y la censura de su música en las estaciones radiales. Sin embargo, durante aquellos años, le preguntaron en una entrevista qué significaba la libertad para ella. Y contestó: “Es un sentimiento. ¿Cómo le dices a alguien que no estuvo nunca enamorado cómo es estar enamorado? No puedes hacerlo ni para salvar tu vida. Puedes describir, pero no puedes decirlo. Pero lo sabes cuando pasa. Algunas veces en el escenario me sentí realmente libre. Voy a decirte lo que es la libertad para mí: no tener miedo. Realmente, no tener miedo”.

Su rebeldía se vio franqueada cuando en 1968, Martin Luther King, fue asesinado. Entonces, se presentó en la Westbury Music Fair, y cantó “Why? (The King Of Love Is Dead)”. Mientras bajaba la efervescencia que había caracterizado al movimiento, ella optó por un autoexilio que incluyó Barbados, Liberia, Suiza, Holanda, hasta instalarse definitivamente en Francia en 1993. Su divorcio la había dejado en la ruina económica, y recién en 1980 recibió el diagnóstico de trastorno bipolar y síndrome maníaco depresivo, que hasta entonces no había tratado.

Sus amistades y un público renovado la recibieron cálidamente cuando decidió volver a los grandes escenarios, aunque el movimiento contra la humillación racial que tanto la había inspirado se había disipado. De cualquier manera, siguió tocando con la misma convicción de transmitir un mensaje a quien sea que la estuviera oyendo.

A lo largo de su trayectoria recibió 15 nominaciones al Grammy y en el 2000 le otorgaron el Grammy Hall of Fame. Finalmente, un cáncer de mama la arrancó de la vida terrenal, el 21 de abril de 2003. En una entrevista de la BBC con Tom Sebastian en 1993, había explicado:

“La música es como un arma política me ha ayudado durante 30 años a defender los derechos de los negros americanos y a la gente del Tercer Mundo, y ayuda a cambiar el mundo, a mover a la audiencia, a hacerla consciente de lo que se la hecho a mi gente”.

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