carta tres

31/8/2021

Querido Mario,

El pájaro que lleva y trae el tiempo, anda como puede. He leído y releído su carta, la idea de la luz y la sombra se parece tanto a las preguntas que nacen por estos días. En esta historia de luces led, de aparatos que proporcionan la luminosidad que uno desea, y la tiniebla, firme y feroz, de pie, calladita y férrea, desnuda, mostrando que la luz, aunque parezca mentira, no estaba solo en la luna o en la vela.

Un verso del Tao (no textual, por supuesto) asegura que llevamos la luz en los brazos y la oscuridad en la espalda, y el aliento de la nada resuelve el equilibrio. Curioso. Los orientales no precisan acabar con la oscuridad, sino equilibrarla para que acompañe a la luz donde vaya. ¿Qué sería de nuestro lenguaje sin su sombra? ¿Cómo nos acercaríamos a las formas si la sombra de sus límites no estuviera determinada?

carta

La palabra con su cuerpo, como prolongación de nuestro propio cuerpo, ¿tendrá la complejidad que la forma de nuestro ser le cobija? ¿Nos podremos guarecer del desconcierto bajo el aliento de la nada, para acercarle la luz al equilibrio? 

Es un alivio que exista la poesía, porque es un alivio que existan las verdades y la belleza. Que se queden los relativistas con su condena, así es, querido amigo. No es utopía juntar las manos en forma de cuenco para cuidar la llama, no son las manos de Breton ni de Char, pero acá estamos.

Las palabras-objetos dan su batalla por absorber la luz y reflejarla. Mantener el oxígeno necesario para que la magia del color suceda no parece una tarea sencilla, pero engendra en sí más placer que el duro trabajo de quitar del mundo su condición extraordinaria para volverla segura, clasificable, archivable.

Querido poeta, no he tenido más noticias del objeto inodoro. Ciertas fuerzas que sostienen el orden lo han quitado de su esquina, para eliminar el desconcierto. Hoy no llueve en Buenos Aires, lo real extraordinario sigue siendo inaccesible a los imbéciles. Que el pájaro que lleva y trae el tiempo, haga lo suyo, y le agradezca esta nueva carta, y el día le sea liviano «como un hilo sin nombre».

María

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