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Daños en la salud mental, la nueva ola que provoca el Covid-19

Existen datos que  afirman que la cuarentena es el factor más predictivo de los síntomas del trastorno por estrés agudo. Las personas en cuarentena son significativamente más propensas a sufrir agotamiento, desapego, ansiedad, problemas de concentración y deterioro tanto en su vida social, como amorosa y laboral.

El impacto del aislamiento en la salud mental

Para ejemplificar lo mencionado anteriormente, el Observatorio Psicología Social Aplicada (OPSA), junto al Departamento psicológico de la UBA, elaboro un estudio llamado Crisis coronavirus, salud mental en cuarentena, en donde abordan el relevamiento del impacto psicológico que la cuarentena provocó en la población en general, el mismo menciona que la pandemia de grandes escalas afectan a muchas personas a la vez y que, aun teniendo en cuenta la importancia que requieren los factores psicológicos en el manejo de pandemias, en Argentina los organismos de salud han dedicado escasos recursos a tratar específicamente el impacto psicológico de las pandemias.

De este estudio se concluye que cuanto mayor es el tiempo de cuarentena, mayor es el nivel de síntomas psicológicos. En la mayoría de estos estudios se observa que entre la población de bajos ingresos, trabajadores independientes y sanitarios existen los mayores síntomas psicológicos; miedo, angustia, prejuicio y discriminación a esta parte de la población, es por ello que aseguran que el sector socioeconómico de menor ingreso, en comparación con los sectores de ingresos medios y altos, fue el que sufrió más síntomas psicológicos.

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Mediante dicho estudio, cuando le cuestionaron a los encuestados qué hacían cuando experimentaban malestares psicológicos o problemas emocionales, las respuestas evidenciaron que el 37,06% recurría a dialogar con amigos mediante plataformas virtuales, el 15,05% practicaba el rezo, el 13,34% practicaba deporte y el 10,53% meditación, mientras que el 8,09% consumía alcohol y el 479% recurrían a su psicólogo/a. 

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Respecto a la vida sexual durante la cuarentena del año pasado, un 44% de los encuestados respondió que la misma es poca o nada satisfactoria, mientras que el 32% afirmó que para ellos es moderadamente satisfactoria y, por último, el 24% asumió que su vida sexual es más satisfactoria. Recalcan la importancia de este punto porque es bien sabido cómo afecta tener una buena vida sexual en los estados anímicos de cada persona. 

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Respecto a si alguna vez los participantes tuvieron pensamientos de muerte o suicidio un 4,21% respondió haber tenido pensamientos suicidas o peligrosos para su salud.

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Este estudio demuestra que, además de la cantidad de fallecidos por esta enfermedad, el coronavirus trae consigo muchos problemas en la salud mental de los ciudadanos, sin importar que los mismos presenten patologías previas. Y es que según distintos expertos, el aislamiento social influyó en la vida cotidiana de manera drástica, ya que esta medida ha provocado ansiedad; trastornos de sueño y afectivos, depresión y agorafobia, entre otras aflicciones en la mayoría de los individuos. 

El impacto mental de la cuarentena y del covid-19 en sí, es amplio y el mismo podría ser duradero en muchos casos.

La fundación Ineco, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), analizaron, por medio de una encuesta representativa a nivel nacional de 2909 individuos, cómo se encuentra la población argentina para afrontar la segunda ola del coronavirus. 

Los principales resultados arrojaron que, si bien la mayoría de los participantes perciben un riesgo importante, hay ciertos grupos que perciben un riesgo menor y el comportamiento de estos últimos puede significar un impacto más grande en las medidas de cuidado de la sociedad. 

En relación a los grupos más jóvenes declaran que los mismos perciben adecuadamente el riesgo general, el contexto y la importancia sanitaria, pero que igualmente se sienten menos amenazados y expuestos al peligro de contagio lo que produciría un impacto en su conducta de cuidado ante el Covid-19. Esto demuestra que, las conductas de cuidado se vuelven más flexibles a medida que disminuye la edad de los ciudadanos.

En relación a las nuevas restricciones, se observa que la mayoría de las personas se sienten preparadas y dispuestas a aceptar nuevas medidas pero que desearían que no fueran extremas, es decir que no afecten la escolaridad o la actividad laboral.

Asimismo, también se encontró que la mayoría de las personas se auto percibe como cumplidora con las conductas de cuidado y que la orientación política resulto ser el factor que más influye en la aceptación de medidas de restricción, por encima del nivel de riesgo percibido. 

El estado emocional de las personas parece ser menos negativo que hace un año atrás, y por eso mismo no influye demasiado en la adopción de medidas de cuidados y en la aceptación de las medidas restrictivas en general, aunque entre las personas que menos se cuidan el ánimo es más negativo, lo que podría llegar a ser un factor que favorece el incumplimiento en ese grupo hacia las restricciones impuestas. 

Por otra parte, según un estudio de la UBA, en marzo de este año los argentinos ya se sentían agobiados frente a un nuevo año de Covid-19. Los especialistas aseguran que, además de la preocupación por la salud y por la economía, existe un malestar psicológico y agregan que por eso mismo resulta importante sostener las rutinas que den lugar al deseo.

“Hacemos apenas lo que podemos, casi en un estado de supervivencia. Tomamos decisiones y experimentamos de forma cotidiana vivencias sobre las cuales no tenemos ningún tipo de certeza. No hay satisfacción en el presente, surgen dudas ante toda decisión que podamos tomar y para adelante hay incertidumbre”, describe -para el medio digital El Ciudadano- Gustavo González, Doctor en psicología y Titular del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la UBA.

Dicho estudio, mencionado anteriormente, refleja que el impacto más negativo en los últimos meses se ha sufrido en lo económico, en el trabajo y, en tercer lugar, en la salud mental. Una de cada dos personas sostuvo que “incertidumbre” era la emoción más presente en marzo de este año, y le siguieron “cansancio”, “reflexión” y “agotamiento”.

“El estado en el que nos encuentra esta segunda ola es de mucho agotamiento emocional y cognitivo, y de incertidumbre frente al futuro vinculado al trabajo, los ingresos, la salud, la posibilidad de contagiarse, de morir o de vacunarse”, declara González, y agrega que hay mucha gente que está entre dos males; exponerse al contagio o no salir a trabajar y que esa elección genera un gran agotamiento emocional en la persona.

“Hay mucho malestar psicológico porque no sabemos hasta cuándo va a seguir todo esto, y hay mucha gente que vio a su economía personal destruida. A la vez, hay gente que tuvo casos severos de coronavirus que le dejaron una marca, gente que perdió a seres queridos, y esto parece que no termina. Cuando hay un horizonte de incertidumbre el sistema psicoemocional estalla. Cada vez hay más angustia, más ansiedad, más depresión” explica González.

Asimismo, agrega que el estado de agotamiento es tal que nos encontramos en muy malas condiciones para afrontar una segunda ola de Covid-19, sobre todo si se tornan muy severas las nuevas medidas de restricciones.

En mismas líneas, Gabriela Goldstein, Psicoanalista y Presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), agrega que el riesgo mayor para la salud mental es ir perdiendo la potencia libidinal del deseo, es decir poner ganas y explica que el límite de la capacidad de sostener el interés en algo es dependiente de cada persona, pero que aun así se puede apreciar que existe un desgaste libidinal generalizado.

Así como el virus afecta la salud física, la pandemia afecta la salud mental. Dicha pandemia trajo consigo un gran impacto psicológico el cual significo una situación de constante estrés para la población. Angustia y ansiedad fueron los síntomas que más padecieron en las personas, la misma ha afectado las relaciones interpersonales de los individuos, provocando rivalidades exaltadas en los diversos ámbitos y niveles de la vida social.

Marco Eduardo Murueta, doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó un estudio junto a la Asociación Latinoamericana para la formación y la enseñanza de la Psicología (ALEPSI), sobre La salud psicológica en tiempos de Coronavirus 19, en donde estiman que es previsible que haya un agravamiento de la salud psicológica en toda la población de américa latina, avanzando de 1 a 3 grados de ansiedad, dependiendo las emociones de cada ciudadano.

De igual forma, aclaran que contar con una satisfacción emocional previa y buenas condiciones económicas y sociales, ayudarían a afrontar de una mejor manera esta situación y no adquirir efectos que resulten nocivos para su salud mental.

Con toda o una parte de esa información como telón de fondo, desde hace más de un año, el cuerpo y la psiquis a veces imponen una ecuación y resolverla adecuadamente y a tiempo, requiere de un tratamiento psicológico adecuado.

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Periodista y comunicadora de realidades. Los hechos son verdades. Antes que nada, un café.

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