The Lost Daughter
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The Lost Daughter y los matices de la maternidad

Maggie Gyllenhaal debuta como directora al llevar a las pantallas una adaptación de la novela homónima de Elena Ferrante, The Lost Daughter, donde el marco de la narración es la maternidad y cómo esta puede ir mutando a partir de diferentes razones.

Se plantearía una “maternidad fallida”, pero ¿es eso así? Durante la trama no aparece ningún verdugo para juzgar las acciones de Leda (Olivia Colman) o Nina (Dakota Johnson), sino que se habilita una abertura para que el espectador juzgue desde su propia perspectiva: ¿Se puede fallar como madre?

The Lost Daughter (2021) es una de las últimas películas estrenadas en la plataforma Netflix, cuya trama permite la posibilidad del análisis de la maternidad. El uso de los elementos de la psicología, el suspenso y el drama logran articular la historia de una madre frente a otra madre; la confesión, la noción de espejo y la metáfora final engloban el simbolismo entre la culpa, la represión y la liberación que una mujer puede afrontar durante la maternidad. 

En la búsqueda del equilibrio 

The Lost Daughter

La trama tiene como base temporal el presente de Leda; no obstante, el viaje constante hacia el pasado es un elemento esencial para comprender el comportamiento del personaje principal con su entorno. Así, la represión y la culpa se articulan con la idea de “maternidad fallida”, la cual va apareciendo lentamente a medida que Leda se ve reflejada en Nina. Ambas mujeres demuestran y manifiestan no sentirse a gusto con sus hijas, tanto en el presente como en el pasado.

En este sentido, la imagen de la maternidad expuesta en esta película es una maternidad no romantizada. Como se mencionó anteriormente, existen elementos que no son mencionados y que el espectador puede inferir y/o formular ideas hipotéticas frente a la trama brindada.

Se puede considerar que, tanto la autora de la novela como la directora intentarían demostrar la otra cara de algunas maternidades: la limitación, la molestia y el no-deseo de maternar en ocasiones, el deseo de la libertad, entre otras cosas. Y aunque estas mujeres nunca mencionen el odio, sí expresan matices de la maternidad que pueden ser mal-vistos para la sociedad pero que pueden ser aceptadas por pares.

La comprensión es un elemento fundamental en la relación espejo entre Leda y Nina. Cuando observamos el pasado, Leda se muestra depresiva durante la crianza de sus dos hijas. Siendo una mujer casada y joven que sigue estudiando y trabajando, un día se ve interrumpida por la aparición de algo fuera de la rutina, que le permite una distracción: aparece el deseo. Y es el deseo el que se contrapone con el deber.

La imposición social existente sobre la maternidad no solo la romantiza, sino que también impone la imposibilidad de que deseo y deber puedan ir de la mano. Leda y Nina en la ficción, otras mujeres en la realidad, buscan una convivencia equilibrada entre el deseo y el deber en sus vidas. Así, The lost daughter pone en tensión el instinto maternal, la entrega de la mujer a su familia y la libertad. 

Simbolismos: la reconstrucción de los sentimientos

Frente al cuestionamiento de la maternidad y lo individual-personal, aparecen en escena distintos simbolismos que construyen una idea de culpa, represión y de liberación en torno a la mujer

Leda no solo se ve afectada por la represión y la culpa de sus propias decisiones pasadas, sino que también busca una forma de liberación de sus propias acciones. La noción de espejo entre Leda y Nina despierta en la primera varios sentimientos reprimidos con el tiempo, a partir de los cuales aparece una de las tantas formas de liberación frente a la comprensión entre pares.

Sin embargo, hay elementos materiales que representan diferentes sentimientos y situaciones que afectan al personaje principal. La muñeca personificaría a la culpa y el apuñalamiento con el alfiler a la liberación. 

El robo de la muñeca a la hija de Nina es la forma categórica en la que Leda expresa su culpa. El abandono de sus hijas por seguir sus deseos –aunque haya vuelto con ellas- nunca la ha dejado descansar, al igual que otras decisiones no explicadas en la película pero que se dejan libres de interpretación. Además, en efecto, la comprensión entre pares es un tipo de liberación; pero la verdadera liberación frente a toda culpa y represión es el apuñalamiento que sufre Leda por su propio reflejo, Nina. 

The Lost Daughter y la responsabilidad frente a las decisiones 

En otras palabras, distanciándonos de los simbolismos, Leda se enfrenta a sentimientos reprimidos que nunca fueron sanados. Se siente culpable por seguir sus deseos y abandonar a sus hijas por tres años. La culpa sigue en ella a pesar de haber vuelto con sus hijas; sin embargo, y aunque no es detallado en la película, como espectadores podemos considerar que Leda logró encontrar un equilibrio entre deseo y deber. Tanto en el pasado, cuando regresa con sus hijas, como en el presente, cuando acepta su pasado. 

Leda expresa que tomó un camino hacia el deseo, abandonando a sus hijas, y cuando Nina pregunta por qué volvió con ellas, Leda le es sincera: volvió porque son sus hijas y nunca las dejó de amar. Cuando Leda confiesa a Nina que siempre tuvo con ella la muñeca de su hija, Nina estalla en ira porque su hija sufrió durante esos días sin la muñeca y apuñala a Leda.

De diferentes maneras, estas madres expresan molestias en referencia a la maternidad aunque eso no signifique que no amen a sus hijas. Leda no volvió con sus hijas por el deber de ser madre sino porque verdaderamente las amaba.

La trama de The Lost Daughter representa cómo una maternidad puede poseer diferentes matices, mezclando lo positivo y lo negativo, revelando los grises que pueden existir en la maternidad y luchando contra los estereotipos sociales y patriarcales que recaen sobre la mujer a la hora de maternar. 

El deber y el deseo son elementos que algunas veces no pueden ir de la mano; no obstante, no es una relación imposible como las normas sociales intentan imponer. No se habla solo deseo, tampoco de solo deber sino de un equilibrio entre ambos elementos, incluso a la hora de maternar. Podemos volver a preguntar: ¿Se puede fallar como madre? 

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