Wong Kar-wai
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Wong Kar-wai, filmografía y obra

El director originario de China, Wong Kar-wai, tiene más de 40 años de trayectoria e inspiró a grandes nombres occidentales como Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Sofía Coppola y Barry Jenkins. El “poeta de la imagen”, como le dicen en la industria, comenzó su carrera en 1980 y aún hoy continúa en crecimiento.

Nació en Shanghái en 1958 y a los cinco años se mudó con su familia a Hong Kong. Frente a la barrera idiomática con la que se encontraron, como una forma de socializar, de aprender el dialecto y de escapar a la nostalgia de la soledad, con su madre se refugiaron en el cine. “Era algo que podía entenderse más allá de las palabras. Era un lenguaje universal basado en imágenes”, expresó Wong Kar-wai a Laurent Tirard para su libro “Lecciones de cine, entrevista a Wong Kar-wai”. Esa infancia entre pantallas sería la semilla de su obra como director.

Primero se egresó como diseñador gráfico. Años más tarde, se capacitó en producción y comenzó a trabajar full time como guionista de televisión y para las productoras del actor y productor Alan Tang. En aquellos momentos, encontraba su labor en las películas de comedia y acción de las que, tiempo más tarde, partió caminos.

Happy together de Wong Kar-wai

Happy together (1997)

En 1988 presentó su primera obra como director, As tears go by, aún dentro del cine de acción aunque en los límites de la disrupción que hoy lo caracteriza. En 1990, Days of being wild salió al aire ya con toda la impronta y particularidad que mantiene hasta la actualidad, y se convirtió en el primer éxito consagrado del realizador. En 1994, Ashes of time vio las pantallas grandes y su carrera conoció la cima en el mismo año con Chungking express.

En 1995 estrenó Fallen angels. En 1997 obtuvo el premio a mejor director en el Festival Nacional de Cannes con Happy together, filmada en Argentina y que el pasado 16 de abril cumplió 26 años de estreno. En 2000, con Fa yeung nin wa (o Con ánimo de amar) fue nominado a los premios BAFTA e Independent Spirit Awards, y logró llevarse el Premio César por mejor película extranjera. En 2004 estrenó 2046, su primera creación de ciencia-ficción.

En 2007 realizó sus primeros pasos por el cine de occidente con My Blueberry nights, con el que abrió el Festival de Cannes, y en 2013 dio inicio al Festival Internacional de Cine de Berlín con The grandmaster.

La obra de Wong Kar-wai

La mente, la mirada y el oído conocen el placer en los trabajos de Wong Kar-wai, pues busca escapar del modelo hegemónico de representación cinematográfica con largometrajes que bien podrían ser llamados arte.

Sus narrativas son debilitadas, no suelen avanzar de forma estrepitosa ni en muchos casos lineal, sino que se fragmentan, se detienen y se construyen con cámaras lentas y largas, en ocasiones a mano, a través de la descripción de la escena, a través de una mirada, de un gesto, de un intercambio de algo.

Wong Kar-wai, filmografía y obra | Rock y Arte - Divulgación Cultural

Fallen angels (1995)

En sus películas privilegia lo visual y sonoro por sobre los diálogos y la sucesión constante de eventos. Tanto que, en ocasiones, pareciera “no pasar nada” porque el tiempo se suspende, se pausa en la secuencia de transformaciones y acciones. Wong Kar-wai da de qué hablar por el uso particular que hace de las herramientas del propio lenguaje audiovisual: porque en vez de decir, muestra.

El color, la construcción de lo que se observa y la musicalización son menciones frecuentes desde la crítica. Las imágenes saturadas y las bandas sonoras impregnan las pantallas y los parlantes de los estados de ánimo y emociones de los personajes -lo que debería ser moneda corriente en la industria pero, lo sabemos, lejos está de ello-.

Y así también, los temas que trata suelen estar en boca de lxs cinéfilxs y críticxs, pues se presenta una recurrencia de tópicos que calan hondo en las susceptibilidades: la soledad, por sobre todo lo demás; el tiempo, el amor -y el desamor-, el destino, el vacío, la melancolía, la nostalgia, la alienación, la belleza, la intimidad, el dolor, las grietas y los tormentos de lo cotidiano. En ocasiones motivado por su propia vida y experiencia, escapa de las grandes historias de héroes y heroínas para retratar el mundo -su mundo, su Hong Kong- desde los ojos de un ser ordinario, común y corriente como quien lo mira y eso, toca profundo.

Todo ello es reforzado y construido gracias a una lente que privilegia un intercambio de miradas antes que una línea forzada y quemada de diálogo. Gracias a un ojo que ve en la dirección de fotografía, junto a su frecuente colaborador Christopher Doyle, los colores como parte del relato y que contribuyen a construir un todo. Gracias, además, a un oído que encuentra en el sonido, en la música, incluso en los silencios un recurso que expande el sentir hacia todo el cuerpo y mente. Y es que Wong Kar-wai demuestra una sensibilidad estética y sonora como pocas personas.

También da de qué hablar por su particular forma de trabajo: una película puede llevarle desde dos semanas de realización, en el entretiempo de dos producciones, como Chungking express -realizada durante la postproducción de Ashes of time-; hasta más de diez años, como la propia Ashes of time, cuya filmación y corrección continuó incluso una vez estrenada, desde 1994 hasta 2008.

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Chungking express (1994)

Tarantino, Scorsese, Coppola y Jenkins son algunas de las figuras autorales que se vieron influenciadas por sus trabajos. También impactó en el mundo de la moda, tal como escribieron desde Vogue, como en las colecciones de Atsuko Kudo, Tom Ford para Yves Saint Laurent, Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton, Masha Ma, Samuel Gui Yang, Huishan Zhang. En definitiva, Wong Kar-wai es un realizador que, cada vez que se pone detrás de un proyecto, crea obras de arte.

En el tiempo más próximo, se espera el estreno de Blossoms Shanghai, una serie de televisión escrita y dirigida por el artista, que está prevista para culminar su filmación este año. Durante la espera, bien vale la pena volver a ver sus clásicos aunque no son fáciles de encontrar: MUBI es una buena opción, así como los ciclos culturales de cine locales como “Amor – El cine de Wong Kar-wai”, realizado a principios de este año por el Complejo Teatral de Buenos Aires, la Fundación Cinemateca Argentina y MUBI.

Tal vez sea por el escape a la acción -característica troncal de las películas pochocleras donde todo el tiempo pasan cosas a una velocidad cada vez más avasallante-. Tal vez porque no es de estos pagos occidentales. Sea como fuere, a pesar de la escasez en las grandes distribuidoras de streaming, un director como este siempre encuentra un lugar donde mostrarse.

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