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Afganistán, el infierno en la tierra

Como si de una novela distópica se tratase, tras casi 20 años de “paz”, las mujeres afganas vuelven a ser tratadas como meros objetos y corren peligro tras el regreso del régimen Talibán en Afganistán.

Afganistán, mujeres en peligro.

Luego de dos décadas de paz y derechos para las mujeres, su futuro se ve trancado por la vuelta del grupo Talibán tras la conquista de 26 de las 34 capitales provinciales afganas y el exilio de su presidente, Ashraf Ghani, para, según sus propias palabras, “prevenir una masacre”. Los talibanes, grupo de milicianos islámicos surgidos entre fines de 1980 y principios de 1990, se caracteriza por su estricta, violenta e inhumana forma de gobierno, y su ultra ortodoxa interpretación de la Sharía, el sistema jurídico del Islam.

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Para desconocimiento y malinterpretación de muchos, las mujeres y niñas que están escapando del país no lo hacen del Islam, sino de este grupo y el atropello hacia a ellas respaldándose detrás de la religión, o más bien de su interpretación de ella. 

Entre algunas de derechos que se les arrebatan a las afganas y forman parte de la Sharía, pueden destacarse la prohibición a trabajar fuera del hogar, a excepción de que sean personal médico, a la educación, reír en voz alta, a vestir otra vestimenta que no sea el burka, enseñar determinadas partes del cuerpo como los tobillos, ya que esto conlleva a ser azotadas, y a la habilitación de castigos y ejecuciones públicas a quienes no sigan estas normas.

Para las mujeres de este país, la vuelta del Talibán es un deja vu de lo sucedido hace tan solo unos años. En 1996, este grupo se hizo con el poder e instauró un régimen de terror que arrasó con la vida de miles de inocentes, entre los cuales se encontraban mujeres y niñas. Antes de ellos, y como sucedía hasta hace poco, las mujeres tenían la posibilidad de estudiar, ejercer cargos políticos y judiciales, integrar las fuerzas de seguridad, e incluso el periodismo.

Ante esto, Rada Abkar, fotógrafa y artista visual afgana, comenta que su objetivo es volver a “borrar a las mujeres del espacio público”, y es que entre las tantas leyes instauradas se encuentra el impedimento a salir de la casa sin un acompañante masculino, dejándolas como si de una muñeca de juguete se tratase a la espera de que sea recordada, o incluso se le dé una voz.

Entre la multitud de voces que se levantaron a raíz de los hechos está Malala Yousafzai, reconocida activista pakistaní y ganadora del premio Nobel de la Paz, quien fue víctima de un ataque por parte del Talibán por querer seguir yendo a la escuela, lo cual iba en contra de sus imposiciones.

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En un artículo escrito en The New York Times, Malala expresó su preocupación por el incierto futuro de sus hermanas afganas debido al historial de este peligroso grupo y al rememorar sus propias vivencias y, a través de su cuenta de Twitter, pidió un llamamiento para proteger a las mujeres, las minorías y los defensores de los derechos humanos».

El mañana de estas mujeres y niñas se vislumbra como algo ambiguo, dudoso, hasta desconocido. La vuelta de los talibanes al poder en Afganistán, es solo el comienzo de un terrible porvenir para ellas ya que, por donde se mire, sus vidas vuelven a ser manejadas como si unas muñecas fueran, un paso en falso y se “deshacen” de ellas.

Sin embargo, queda la esperanza de que la resistencia, a la cual pertenecen figuras distinguidas como la cineasta pakistaní, Sahraa Karimi, quien se rehúsa abandonar el país y a sus compañeras, pueda poner un alto al nuevo régimen y a sus integrantes.

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