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Cecilia Grierson: la mujer por quien se nombró a la nueva vacuna argentina contra el Covid.

Cuando surge un acontecimiento importante, ya sea porque trajo prosperidad o porque es una herida que atraviesa al hombre, los países suelen adoptar los nombres de tales hechos para bautizar nuevos. Por ejemplo, en la Argentina existe el Estadio Malvinas Argentinas rememorando a los héroes de la guerra, la capital de los Estados Unidos enaltece al primer presidente norteamericano y la Torre Eiffel hace referencia a su creador, Gustave Eiffel. Hace menos de un año, el mundo respiró hondo con una cuota de tranquilidad a partir del anuncio de la nueva y única vacuna, en ese momento, contra el coronavirus: la Sputnik V. Pero, ¿qué significa? ¿a qué hace referencia?

Cecilia Grierson y una vacuna en su honor

La palabra Sputnik, literalmente traducida, quiere decir satélite o compañero de viaje. El primer satélite artificial alguna vez lanzado se llamó Sputnik 1, fue construido por las Repúblicas Socialistas Soviéticas y realizó su primer viaje el 4 de octubre de 1957. Su fin fue obtener información de las capas de la atmósfera y el campo electromagnético del planeta Tierra y fue un hito histórico ya que abrió camino hacia el desarrollo de las telecomunicaciones.

Así como existió el primer satélite, también se desarrolló el segundo, conocido por transportar a la perra Laika, el tercero y el cuarto. Sin embargo, el quinto Sputnik vino en forma de vacuna para, una vez más, marcar un antes y un después en la humanidad. Con el paso de los meses, comenzaron a resonar nuevos nombres que prometían esperanza y fe, estos fueron Covishield, Sinopharm, Pfizer y AstraZeneca, hasta que llegó uno con título de mujer llamado Cecilia Grierson: la primera médica argentina.

Lo cierto era que no había ninguna restricción explícita en el siglo XIX en la Universidad de Buenos Aires sobre la prohibición de admitir mujeres en la Facultad de Medicina, pero los cánones e imposiciones sociales determinaban que esa área era exclusiva de los hombres, por ende, a ninguna le apetecía tratar de insertarse allí. O, mejor dicho, solo a algunas pocas. A pesar de que el ingreso no estaba prohibido, Grierson tuvo que superar diversos obstáculos hasta ingresar a sus 23 años a la carrera de Ciencias Médicas y, de igual manera, sufrió críticas por parte de sus compañeros, varones todos, y sus profesores, hombres también.

Sin embargo, esas descalificaciones solo lograron que el hambre de Grierson por plantarse en el ámbito de la medicina, aun siendo mujer a fines del 1800, creciera de manera exponencial. Como si ser la primera médica argentina, y para muchos académicos también la primera latinoamericana, fuese poco, Cecilia Grierson fundó la Primera Escuela de Enfermeras de todo Latinoamérica en 1886 a raíz de su colaboración en la epidemia del cólera que atravesó a la ciudad de Buenos Aires. Según indican las fuentes consultadas, ella vio que era imprescindible colocar al lado de los enfermos a personas capacitadas que pudieran colaborar con los médicos, entonces la creación de esta escuela le fue inmediata.

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En el paso por su carrera universitaria, Cecilia Grierson logró ser ayudante de la cátedra de Histología, Practicante Interna del Hospital Escuela Buenos Aires y Practicante Menor del Hospital Rivadavia, sola, como única mujer. Transcurridos los seis años, tal como indicaba el plan de estudios, la argentina se graduó un dos de julio de 1889 y pasó a ser la primera médica del territorio nacional. Sin embargo, las trabas, más tarde o más temprano, llegaron.

Ya con su título, Grierson comenzó a trabajar en el Hospital San Roque con el entusiasmo de pasar a formar parte del cuerpo médico de cirujanos, pero claro, a ella le estaba reservado el lugar dentro del Área de Ginecología y Obstetricia, ya que era mujer. Pero como toda piedra que le pusieron en sus zapatos, esta logró que quedarse de brazos cruzados fuese la última opción y fue así como pasó a ser parte de los fundadores de la Asociación Médica Argentina y la creadora de la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y pasó a formar parte del staff médico que realizó la primera cesárea argentina en 1892.

El segundo estorbo, en donde se le prohibió el cargo de profesora sustituta en la cátedra de Obstetricia, desencadenó en la fundación de la Asociación Obstétrica Nacional, la Revista Obstétrica y el Consejo Nacional de Mujeres en 1900 para cuatro años más tarde ejercer finalmente la docencia universitaria.

Grierson como médica, queda en evidencia, fue de los personajes más admirados en la historia argentina y como egresada notable de la Universidad de Buenos Aires. Pero Grierson como mujer fue el primer eslabón dentro de la lucha de las mujeres por reclamar su igualdad y sus derechos, ya que sus pasos no quedaron solo en el campo de la medicina, sino que luchó en la reforma del Código Civil en 1926 por el reconocimiento de las mujeres casadas a poder tener sus propias ganancias y a integrar sociedades.

Un siglo y 32 años más tarde de su graduación, en 2021, Grierson reaparece entre los argentinos para ayudar en la crisis sanitaria mundial del siglo XXI como lo hizo en la epidemia del cólera. Una vez más, Grierson, en manos del grupo de investigadores dirigidos por Juliana Cassataro, dará a luz, como en 1892, a la vacuna que le devolverá parte de la normalidad a la gente de su país. A final de cuentas, la mayoría de los argentinos tendrá un pedacito de Cecilia Grierson corriendo por su sangre.

 

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