Claire Bretécher fue una de las historietistas francesas más grandes de la historia, pero sus obras no solo lograron marcar el camino para que las figuras femeninas pudieran comenzar a irrumpir en los espacios clásicamente masculinos de su país, sino que también abrió las puertas a un cambio de paradigma a nivel global.

En Argentina, su aporte catapultó el merecido reconocimiento de las mujeres que ya se encontraban trabajando en la industria del cómic desde sus inicios y motivó a una nueva generación de ilustradoras y guionistas a apostar por la profesión.

Claire Bretécher, su desarrollo

Nacida el 17 de abril de 1940 en Nantes –ciudad ubicada a orillas del río Loira, en la región de Alta Bretaña, en el oeste de Francia–, en el seno de una familia de la pequeña burguesía, tuvo la posibilidad de indagar sus expresiones creativas desde muy corta edad.

Y si bien se dedicó a la docencia durante un periodo muy corto de su vida, a los 20 años ya se estaba dedicando de lleno en lo que sería su verdadera pasión: la ilustración y el guion de historietas y cómics. Para el año 1962, Claire ya participaba en revistas de renombre en su país, como lo son Tintín, Spirou y Pilote. La artista falleció el 11 de febrero del 2020 en París, a los 79 años.

Desde sus inicios, su estilo era claramente disruptivo. Ofreció ocurrentes alternativas a las temáticas y puntos de vista clásicos de su época, lo que la llevó a tener la posibilidad de editar sus propios álbumes a partir de 1976, como por ejemplo: ‘Le Cordon Infernal’, ‘La Vie passionnée de Thérèse d’Avila’, ‘Les Mères’, ‘Le Destin de Monique’, ‘Docteur Ventouse, bobologue’, ‘Tourista’ y ‘Agrippine’. Luego, en 1979, la revista argentina Humor (HUM®) comienza a incorporar gradualmente tiras de la artista.

Elogiada por figuras como Roland Barthes y Pierre Bourdieu, entre otros, Claire dejó una huella innegable en el desarrollo de la concepción simbólica de la mujer en la sociedad, colaborando con la gestación de relatos más honestos y auténticos.

Estilo que cambia el paradigma

Claire no solo resultaba una figura revolucionaria por ocupar un espacio que habitualmente estaba reservado casi exclusivamente para los varones, sino también porque lo hizo apelando a plasmar su mirada sin filtros sobre las situaciones cotidianas. La producción de humor se encontraba sesgada dentro de los parámetros establecidos por las masculinidades, que se tomaban el atrevimiento de intentar mostrar, vanamente, cómo se transitaban hasta las experiencias de las mismas feminidades.

Con una estética de trazos minimalistas, pero de alta carga simbólica, Bretécher ha presentado infinidad de realidades hasta el momento reservadas casi a los entornos privados: mujeres que muestran las imperfecciones de sus cuerpos, desarregladas, agotadas, frustradas, que no se hallaban en los limitados roles posibles ofrecidos por la sociedad para el futuro de las feminidades.

Poner sobre la mesa estos escenarios generó un valioso aporte que ayudó a muchísimas mujeres a ver que las experiencias que quizá consideraban individuales, en realidad formaban parte de la realidad de un entorno colectivo.

Si bien muchas de sus ediciones más importantes son anteriores al 68, sus obras sin lugar a dudas sembraron cuestiones que resultarían cruciales para los levantamientos estudiantiles del Mayo francés. Con la rebelión omnipresente en casi todos sus trabajos, Claire planteaba muchas de las incomodidades de las juventudes que, hasta el momento, se encontraban excluidas del diálogo.

El impacto de Claire Bretécher en Argentina

Desde la década del 60 y la mayor parte de la década del 70, el desarrollo de las historietas y cómics en Argentina funcionó como un retrato satirizado de las escenas cotidianas y costumbristas que transitaba el país. Sin embargo, esta representación quedaba sujeta a una mirada íntegramente masculina, ya que el humor gráfico se reservaba los puestos de ilustración y guion para los varones.

La década del 80 comienza con la novedosa y sustanciosa incorporación de Claire a una de las revistas de humor más importantes del territorio: Humor. En este contexto, lo insólito de la participación de un artista extranjero en la edición pasaba a un segundo plano.

Lo realmente disruptivo era la inclusión de una figura femenina, que no solo no se encuadraba en la mirada preestablecida para la producción de relatos, sino que aportaba, con frescura e insolencia, escenarios reales que ponían a la mujer en el centro, abordando temáticas que dejaban ver los deseos y necesidades auténticas de una porción de la sociedad que había sido sometida al silencio.

Hasta la llegada de Bretécher, se había considerado a las mujeres como incapaces de participar de la producción del humor. Estas simplemente cumplían con roles administrativos dentro de las editoriales y, a lo sumo, formaban parte del proceso en forma de personajes de las tiras a costa de los cuales se producía la risa.

Si bien muchas de las feminidades que acompañaban la gestación de estas producciones hacían aportes que iban mucho más allá de meras asistencias administrativas, la mayoría de ellas nunca tuvo la posibilidad de alcanzar reconocimientos por sus participaciones.

A partir de la incorporación de la ilustradora francesa a una de las editoriales de humor gráfico más grandes del país, se hace extensiva la posibilidad de participación a un círculo más amplio de personas. Esto permitió no solo que las mujeres pudiesen ocupar un espacio que antes les era ajeno, sino que también les dio la posibilidad de escribir desde un lado más honesto y tangible, evitando caer en las representaciones masculinizadas del entorno.