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‘La presa’, de Kenzaburõ Õe articulado con la necesidad de cambios en Japón

Japón rememoró en agosto los días fatídicos de las explosiones nucleares y 76 años de su redención frente a su posición bélica frente a otros países. Sin embargo, es curioso enlazar ciertos cambios palpables en la sociedad japonesa del siglo XX y del día de hoy con el imperialismo estadounidense.

La presa en los ojos de Kenzaburo Õe

Para amplificar el análisis, consideraremos ejes de análisis a la narrativa literaria y el discurso político, los cuales –en algunas ocasiones- pueden ir de la mano y pueden apuntar a una misma motivación: posicionamientos frente un fin determinado a causa de los cambios necesarios para la supervivencia.

Entendemos que, con la reapertura del país en la finalización del período Edo o del Shogunato Tokugawa, Japón empezó un camino intenso de modernización para quedar a la par de otros países tras años de atraso tecnológico, social, político y cultural. En la narrativa japonesa del siglo XIX y siglo XX se expuso la posibilidad de re-apropiación de métodos y mecanismos europeos para la modernización de la narrativa.

Japón, la cultura japonesa y los ideales japoneses siguen siendo el escenario principal, pero conviven elementos nacionales y occidentales a la par, siendo inevitable y consagrándose el cambio necesario para “pertenecer” a la era Moderna.

En el mes de agosto se debe considerar relevante rememorar a la obra ‘La presa’ (1957) de Kenzaburõ Õe, galardonado con el premio Akutagawa y ganador del premio Nobel de Literatura en 1994. Kenzaburo Õe logra enlazar la transición de cambios que existir en el contexto de la guerra, la transición de la zona rural a la zona urbana y el posicionamiento y desplazamiento del niño frente a todos estos elementos.

La presa, su narrativa y contexto

“La presa” es, efectivamente, un prisionero de guerra negro estadounidense, el mismo aparece herido en la zona rural donde habita un niño y su familia, los cuales terminan cuidándolo al igual que otros miembros de la comunidad. La categorización de presa abarca desde el tono de piel, el idioma, la fortificación muscular hasta su posición de bando enemigo, distanciándolo a kilómetros de distancia con los habitantes japoneses.

Anna Kazumi Sthal explica: “el pueblo rural como un microcosmos, como un muy buen espejo de la realidad japonesa, mucho mejor que la gran ciudad modernizada” (Kazumi Sthal, 2020: 121). Esencialmente, las sensaciones del niño frente al soldado son duales: “Me estaba acostumbrando al soldado negro y eso me llenaba de orgullo y hacía nacer en mi interior los gérmenes de una alegría exultante.

La Presa

Pero cuando el soldado negro se irguió como un resorte, en un gesto que hizo sonar duramente la cadena de la trampa que lo trababa, de nuevo el miedo se apoderó de mí, a la vez que se erizaba cada centímetro de mi piel.” (Õe, 1994: 70). La zona rural y todo lo que constituye este lugar periférico en La presa representaría una parte de la esencia japonesa, distanciándose de la zona urbana, la cual es manifestación de la modernización de mediados de 1940.

Por lo tanto, el imaginario social varía entre la zona rural y la zona urbana; el niño representaría al sujeto periférico, el cual se fusiona con la naturaleza y convive con otros seres de la aldea, formando un imaginario distintivo al de la zona urbana, existen otros códigos aún no tan modernizados.

Entonces, una de las sensaciones que más adelante nos ofrece Kenzaburo Õe es la diferenciación que puede existir entre la zona rural y la zona urbana: “Una vez en ‘la ciudad’, apretado contra la cadera de mi padre, caminé por las calles sin mirar a los chiquillos que me provocaban. (…) Y creía que, de no haber sido por las personas mayores que desde el fondo de las tiendas nos seguían sin duda con la mirada, habría podido tumbarlos a todos a puñetazos.” (Õe, 1994: 49).

Kenzaburo Õe plantea la distinción en el manejo de los personajes alrededor del soldado estadounidense, incluso, a nivel burocrático, mientras los aldeanos siguen haciéndose cargo del solado, en la ciudad no brindan respuesta certera: “[En referencia a que podía pasar con el soldado] ¿Les crees capaces de asumir la más mínima responsabilidad?” (Õe, 1994: 53).

Lo más destacado del pequeño trozo de trama de este capítulo, es la sensación final del niño; la acumulación de sensaciones y sentimientos influidos por la temperatura, la incertidumbre y la desvaloración de un lugareño en la capital: “Los aparté con los pies para abrirme paso hasta el borde del agua, que era de color pardo, turbia y sucia. Me sentí infinitamente miserable y desvalido.” (Õe, 1994: 53).

El reflejo del niño en el agua no se aprecia explícitamente, pero, el reflejo del niño se podría enlazar con el agua; de color pardo, turbia y sucia, tal como él se sentía.

El lugar del niño era la selva y su relación cercana era con la naturaleza, podemos apreciar en la obra como el niño disfruta su relacionamiento con ese entorno y Kazumi Sthal explica: “… lo animista, que es un determinado poder que reside en distintos elementos de la naturaleza, un reino del que el niño, antes de ingresar en la socialización más formal; todavía es habitante nativo.” (Kazumi Sthal, 2020: 115). Ese niño japonés, en un contexto de guerra, se sentía extraño en la zona urbana y completo en la zona rural.

Si la zona rural forma una especie de espejo de la realidad japonesa, se puede considerar al niño el espejo de la niñez en la sociedad japonesa en el contexto de una guerra mundial, sociedad que no solo presenció cambios a lo largo de 40 años para amoldarse a los estandartes modernos mundiales, sino que también tuvo una fuerte presencia militar y enfrentamientos bélicos a lo largo de los primeros años del siglo XX. Aun así, el lugar del niño es la zona rural; el espejo de la realidad japonesa.

Ahora bien, ¿cómo relacionamos el efecto imperialista estadounidense con los cambios que pueden existir en una sociedad, incluyendo la occidentalización de la narrativa sin necesidad de omitir elementos esenciales para la literatura japonesa?

Recordemos, EEUU exigió la apertura del país para el comercio exterior moderno dando fin al periodo Edo o al Shogunato Tokugawa, comenzando así una reestructuración moderna y posibilitando muchos cambios bruscos y repentinos. Y, el violento y fatídico ataque nuclear a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, al igual que la batalla de Osaka, en el siglo XIX, habilitando la exigida redención japonesa.

La necesidad de Japón sigue siendo la misma que en esos dos periodos del tiempo histórico; hacerse camino y pararse a la par de los grandes países del mundo. La modernización en todo aspecto fue el cambio necesario para Japón, necesidad que empezó durante el periodo Meiji, y la sería presenciada en el siglo XXI ante una ruptura en la tradición japonesa en su discurso pacifista.

Siendo así, la tradición de 76 años de conmemoración de la redención japonesa con el fin de la Segunda Guerra Mundial sufrió una ruptura en esta semana, la tradición contaba con una conmemoración y acatamiento de mantener la paz mundial, sumado a un pedido de disculpas por parte del gobierno Japonés por su accionar bélico con otros países durante inicios del siglo XX. Se trata de una tradición comenzada por el líder socialista Tomiichi Murayama en 1995, no obstante, el ex primer Ministro Shinzo Abe y el actual primer Ministro Yoshihide Suga decidieron no llevar acabo esta parte de la conmemoración.

Esta ruptura es una movida altamente política que el ex primer Ministro Shinzo Abe comenzó durante su mandato en el 2013; consta de un posicionamiento político y militar, aunque ambos siguen promoviendo la paz mundial y reproducen un discurso pacifista. Al omitir el pedido de disculpas, la intención de Abe fue promover la participación militar de Japón en los conflictos internacionales y posicionarse a la par de otros países sin intenciones de generar conflictos bélicos.

Y, ante la postura de imitar a su antecesor, Suga mantuvo este distanciamiento al pedido de disculpas por las acciones de su país. Desembocando en mensajes por parte de la Cancillería de China y Corea, instando a fortalecer lazos a futuro y mejorar la confianza con sus países vecinos.

Regresando a La presa, podemos sopesar que Õe mantiene una narrativa animista como sugiere Kazumi Sthal, y la naturaleza en Japón se encuentra asociada –en su mayoría- en sintoísmo (Shintoismo; religión consagrada en Japón, basada en la en la veneración a los Kami o los dioses de la naturaleza, la naturaleza es central y representada como fuerza, tal como se aprecia en el Kojiki). Siendo así, Õe se posiciona con un pie dentro de lo que podríamos considerar japonés y el otro pie dentro de lo occidental, pudiendo convivir con ambos, tal como ocurre hoy.

Ya que “la presa” representaría a ese invasor que trae consigo todo lo atribuible a la categoría occidental y extranjera, y al caer en una zona rural enfrenta las dos vertientes, pudiendo convivir pero luego la esencia japonesa da un cierre a la representación occidental. Esto no quiere decir que se trate de un mensaje nacionalista y anti estadounidense. No.

Sopesamos que Kenzaburo Õe manifiesta el final fatal en una zona rural, no obstante, el final no hubiera sido tan diferente en la zona urbana, allí los militares debían hacerse cargo: «Ya en el comienzo de la reunión, Chupatintas asestó un mazazo a los niños al explicar, en el dialecto de la región, que el soldado negro tenía que ser trasladado a la capital de la provincia.

Añadió que, contrariamente a las intenciones de un principio, según las cuales el ejército tenía que venir a hacerse cargo del prisionero –debidas, probablemente, a un malentendido y al desorden que reinaba entre los militares-, le correspondía a la aldea llevarlo escoltado hasta ‘la ciudad’; éstas eran las órdenes». (Õe, 1994: 92).

Podemos entender este desenlace como un giro necesario para con la trama textual, un giro que trazaría la posibilidad de una convivencia entre lo japonés y lo occidental aunque, si alguna vertiente debe ganar, sería la japonesa rural. Consagrando la narrativa de Kenzaburo Õe; “buscar la manera de hacerse entender desde la periferia.” (Kazumi Sthal, 2020: 116). Articulando con agilidad campo-ciudad, niño-adulto, naturaleza-concreto, centro y periferia.

Bibliografía

Kazumi Sthal, Anna, “Clase 5: Kenzaburõ Õe”, en Miradas: literatura japonesa del siglo XX. Cuidad Autónoma de Buenos Aires: Malba, 2020.
Õe, Kenzaburõ, La presa. Barcelona: Anagrama, 1994.

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