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La princesa Mako: el amor vence cualquier obstáculo imperial

Mako de Akishino es la sobrina mayor del emperador actual de Japón, Naruhito, quien desde el 2017 se encuentra en el ojo de la tormenta de la realeza y el patriarcado. Esto se debe a que, durante su camino universitario, conoció a su actual prometido Kei Komuro; un hombre plebeyo no aceptado por el establishment tradicional japonés.

Los jóvenes anunciaron que se casarían en el 2017, sin embargo, pospusieron el casamiento desde el 2018 hasta octubre de este año. Esta unión implica –según las leyes centenarias japonesas-  la renuncia a su status real por parte de la princesa Mako, quien aceptó renunciar a todos los privilegios que ofrece la realeza japonesa para casarse con su amado. Para la joven no importa su catalogación como plebeyo, sus ganas de ser un buen abogado en Nueva York o sus problemas financieros. La fecha oficial de la unión es este 26 de octubre.

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Ahora bien, la crisis de la familia imperial japonesa no solo se debe a la decisión de la princesa Mako, sino a una nueva preocupación patriarcal; la falta de herederos varones como sucesores al trono. Hasta ahora, las esperanzas de continuidad del poder simbólico están depositadas en un joven de doce años, Hisahito, el hijo del príncipe heredero Akishino.

El joven es el segundo en la línea de sucesión al trono ahora que Naruhito, el hermano mayor de su padre, heredó la corona japonesa. Si la línea sucesoria actual, mayoritariamente femenina, sigue los pasos de la princesa Mako, esto llevará a la familia imperial a una falta de personal para sus acciones públicas. La línea de sucesión depende de un joven, del cual se espera que se case con una mujer y decida tener hijos, preferiblemente varones para asegurar la continuidad del linaje.

Pero, ¿acaso no hubo emperatrices en el archipiélago?

Las emperatrices japonesas

La existencia de emperatrices persistió hasta una ley aplicada en 1889. En este punto, existen matices por parte de profesionales respecto a la presencia femenina en el trono japonés. Algunos estudios académicos mencionan que, en efecto, se encontraron tumbas en el occidente de Japón, -las cuales datan del siglo IV-, donde predominan la presencia de mujeres sepultadas con elementos relacionados a un jefe de Estado. (Chizuko T. Allen. Historiadora de la Universidad de Hawái).

Según Allen, en el ensayo publicado en la gaceta de Japan Forum, estas mujeres eran líderes políticas competentes debido a que eran sepultadas con armas y utensilios de hierro. Las tumbas de los jefes varones aparecen recién en el siglo V.

El primer registro histórico es el de la emperatriz Suiko, cuyo reinado duró alrededor de 35 años (se calcula desde 592 hasta su muerte). Luego, la emperatriz Koken, reinante en dos ocasiones; desde el 749 hasta 758 y después como shotoku (regente) desde 764 hasta 770. Además, esta regente se dedicó a difundir el budismo por fuera de la capital. Otra figura femenina importante es la emperatriz Genmei: cuyo reinado duró poco (desde el 707 hasta 715) debido a que –según Hitomi Tonomura, historiadora de la Universidad de Michigan- abdicó en favor de su hija Gensho porque pensaba que sería una mejor monarca que el príncipe Obito.

No obstante, existe otro matiz respecto a la representación de las emperatrices en Japón propuesto por algunos historiadores. Afirman que las emperatrices eran simples títeres; una forma de reemplazo figurativo debido a que cuando el heredero varón llegaba a la edad para gobernar, ellas abdicaban. Otros historiadores las defienden diciendo que ayudaron a moldear la historia de Japón a la par e incluso superando a sus semejantes varones. Hitomi Tonomura comenta “Al ignorar totalmente a estas mujeres o interpretar su rol como meros ‘rellenos’ entre los hombres imperiales, la sociedad japonesa no ofrece un imaginario histórico de lo que las mujeres pueden ser y hacer.”

Los orígenes de la prohibición

Para la prohibición, los líderes de Meiji se inspiraron en la Constitución de Prusia –la cual prohibía el ascenso de mujeres- y en 1889, explica Shillony, se concretó la imposibilidad de entronización de las mujeres. El contexto histórico facilitó esta situación: a pesar de que la necesidad de emular a Occidente por parte de Japón –país que volvía a abrirse al mundo tras doscientos años- se solidificó en diferentes aspectos, los nipones se rehusaron a amalgamarse por completo. En este sentido, una de las formas encontradas para distinguirse del resto fue no replicar el modelo británico donde reinaba Victoria del Reino Unido.

El periodo Meiji enfatizaba la superioridad aparente de los hombres, por lo cual, durante ese tiempo se vivió una masculinización de la figura del emperador y de la sociedad japonesa. Tonomura explica que «En la Constitución Meiji, se inscribió la noción de ie (casa-linaje). Así, se subordinó a las esposas y a los miembros del hogar a un patriarca. Esto no era así antes». La historiadora agrega que, durante el régimen Meiji, el Japón Moderno transformó su sociedad en una patriarcal.

Mako y las mujeres del imperio japonés

Como siempre las mujeres son desplegadas de manera oficial al rol de acompañante, a pesar de que existen datos históricos que corroboran la capacidad de la mujer en cualquier ámbito social. La figura pública de la princesa Mako llevó a las y los japoneses a cuestionarse la posición de la mujer en la sociedad.

La figura del emperador fue relegada a una representación simbólica de poder -tal como ha ocurrido en distintos periodos de la historia japonesa- en el siglo XX;  la imposición de no regir como forma de poder viene de la mano de Estados Unidos tras su ocupación en territorio japonés luego de la Segunda Guerra Mundial. Según la Constitución de la posguerra, el emperador pierde el poder de reinar como gobernante y pasa a ser solo un representante. Asimismo, se prohibió la intervención de la familia imperial en el ámbito de la política.

Las intenciones de la princesa Mako van desde concretar su amor con una unión matrimonial hasta irse a Nueva York para formalizar una nueva vida, acompañando los deseos Kei Komuro, quien desea ejercer como abogado. Aunque la princesa Mako no ha expresado sus deseos profesionales, se estima que, como graduada en Museología, pueda desarrollarse en ese ámbito o en donde desee. Recordemos que al perder todos los títulos derivados de la casa real, ya no rendirá tributo y sólo se le recordará por los lazos de sangre. ¿Una nueva príncipe Harry? 

¿Cómo queda la imagen de la familia real?

Según las leyes, la casa imperial japonesa tiene previsto una situación como esta: para respaldar su imagen pública y hegemónica ofrecen una dote de 150 millones de yenes (1 millón de euros). Sin embargo, se sabe que la princesa Mako no desea esta compensación y, por lo tanto, se espera que lo rechace y simplemente renuncie.

El objetivo de mantener la dignidad y la figura de la familia real puede verse perjudicado a causa de los planes de Mako, los cuales incluyen mudarse a Nueva York, donde reside su prometido desde 2018. Un último dato pertinente sobre la figura de la princesa Mako es su rechazo a una boda tradicional sintoísta. Desde el 2017 sus deseos han sido claros: tras emulaciones negativas dentro de la casa real y diversos obstáculos para formalizar con Komuro, la princesa Mako solo desea casarse con el hombre que ama.

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