Juventudes
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Las juventudes y sus posiciones en el Argentinazo.

A 20 años del Argentinazo, es necesario abordar el rol protagónico que han tenido las juventudes al momento de salir a luchar.

El gran no

Para introducirnos en el tema, es necesario señalar que debemos pensar a las juventudes siguiendo a Balardini (2005), mediante un análisis que dé cuenta de los contextos en que se han socializado unas y otras juventudes, para ponerle coordenadas al asunto y evitar comparaciones en abstracto o ahistóricas.

En este sentido es que, en las discusiones sobre las categorías de Juventudes, se puede identificar que la misma ha estado “signada por el gran no, la cual está definida desde una perspectiva adultocéntrica, desde la falta, la ausencia y la negación”. (Chaves, M: 2005).

Es por ello que es necesario la realización de producciones que interpelen estas viejas representaciones, que aún siguen vigentes en los discursos de diferentes actores sociales, políticos y económicos, para así poder establecer un dialogo intersectorial sobre las juventudes, realizando aportes para la democratización de saberes.

Juventudes

Resulta preciso comprender que las modalidades de “ser joven” no pueden redificarse puesto que han cambiado, y lo seguirán haciendo, a lo largo de la historia y en función de las también cambiantes coyunturas sociales, políticas y económicas. Por eso, es necesario reconocer cómo van reconfigurándose a lo largo del tiempo.

En este sentido, se entiende que la relación de lxs jóvenes con la participación política comenzó a construirse por diferentes vías, ya sea tradicionales o por otras formas de participación. Cuando hablamos de “otras formas de participación política” nos estamos refiriendo, por ejemplo, a los movimientos sociales, los cuales se constituyen a partir de problemas e intereses comunes que encuentran su expresión materializada en acciones colectivas.

Bajo este contexto, las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 marcaron un camino que se reafirma una y otra vez en nuestra historia de la Argentina contemporánea, identificando, a su vez, cómo las Juventudes se comienzan a agrupar bajo una misma consigna: repudio y combate popular a gobiernos hambreadores.

En este sentido también es pertinente mencionar, siguiendo a Criado (2009), que lo determinante en las dinámicas juveniles no sería la edad biológica, sino los cambios en las condiciones sociales y materiales en que son producidas las juventudes.

Además, el autor aporta que (2009) la “juventud” es una prenoción, un objeto preconstruido, una categoría de sentido común de percepción de la sociedad a partir de unas dinámicas socio-históricas, a la cual se le “olvido” la estructuración de la sociedad en clases sociales, permitiendo que un abanico de edades fuesen construidos como «grupo social»; a este relato sobre las juventudes ignora las diferentes condiciones materiales y sociales de existencia asociadas a las diferentes posiciones en la estructura social: en las relaciones de producción y en la distribución de las diferentes especies de capital.

Por ello es loable una profundización en el sentido de la polítización, dado que “algunas prácticas culturales juveniles aun cuando no han sido concebidas como políticas por los actores que las protagonizan- pueden ser leídas como modos de expresión de politicidad, en tanto “modos de contestar al orden vigente y formas de insertarse socialmente” (Reguillo, 2003), o bien de intervenir en el espacio de lo común (Nuñez, 2010).” (Citado en Vommaro: 2015).

Aquí se identifica a su vez, como dice Alvarado (2010) que la juventud ya no está atada a la edad cronológica de los sujetos, sino que se transforma en sí misma en una práctica, en la construcción de un estado juvenil. Asimismo, se puede mencionar siguiendo a Vommaro (2015), que en la década de los años noventa se comienza a hablar del “estallido de la juventud” debido a las crecientes diversidades y heterogéneas formas de expresión que caracterizaban a las Juventudes en ese momento.

Un elemento relevante para pensarlas a partir de este hito es, más allá de las legítimas diversidades y heterogeneidades, el carácter desigual que asumen las mismas. Estas características terminan siendo centrales, dado que lo mismo ocurriría si pensamos en los contextos del Cordobazo, o el Rosariazo, las cuales mostraron la necesaria unidad Obrero-Estudiantil.

Si bien hemos mencionado la diversidad y desigualdad que adquiere el término pensándola en diferentes contextos, lo cierto es que el sector juvenil ha sido protagonista de diversas insurrecciones y luchas obrero estudiantiles; como también de las luchas de la sociedad en conjunto.

En este sentido, remitimos al Argentinazo dado que las dinámicas de confrontación que adquiere la sociedad en repudio de los sectores más conservadores de la economía y socialmente más excluyentes se replican, y, por lo tanto, se puede identificar que las juventudes en Argentina, y en el mundo han sido (y siguen siendo) protagonistas de estos levantamientos populares.

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