Sevastopol: la desmaterialización del cuerpo como individualidad
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La batalla por Sevastopol: la desmaterialización del cuerpo como individualidad

Bitva za Sevastopol es una película estrenada en el 2015, protagonizada por Yuliya Peresild y dirigida por Sergey Mokritskiy. Gracias a la categoría de drama bélico, podemos disfrutar de un film atravesado por la ficción y ciertos bosquejos de la realidad. No como propaganda política, pero sí como un cuasi documental de la vida de Lyudmila Pavlichenko; francotiradora del Ejército Rojo e historiadora graduada de la Universidad de Kiev. 

Al igual que Pavlichenko, muchos y muchas se unieron a las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial cuando la Alemania Nazi invadió la Unión Soviética en 1941. En la película podemos observar cómo, poco a poco, los cuerpos, distinguidos y delimitados en la individualidad, van transformándose en un solo cuerpo-nación y, más que un cuerpo-nación, en una parte funcional de ese cuerpo-nación. Existiría una desmaterialización del cuerpo como individualidad, específicamente del cuerpo femenino. 

Tomaremos la explicación de David Le Breton sobre el cuerpo y de Roland Barthes sobre la vestimenta para analizar ciertos aspectos argumentativos y escénicos de la película. Por ejemplo, Le Breton explica que el cuerpo es en realidad una construcción simbólica interpelada por lo cultural (2002: 13-14) y que este cuerpo se encuentra vestido; Barthes explica que –retomando a Hegel- el vestido es el que convierte al ser humano en significante y por lo tanto vector de signos y también de sus propios signos. (1985: 4).

¿Qué pasa cuándo se borra o intercambia ese significante y, por lo tanto, los signos de ese cuerpo a través de la vestimenta? 

Datos históricos

Lyudmila Pavlichenko nació el 12 de julio de 1916 en una zona rural de Ucrania que, por aquel entonces, formaba parte de la Gobernación de Kiev debido al Imperio Ruso. A la edad de quince años se casó con un hombre mayor, tuvieron un hijo pero el matrimonio no prospero, así que volvió a la casa de los padres para continuar sus estudios e insertarse en el mundo laboral, al mismo tiempo. Su madre fue quien se encargó de la crianza del niño.

En Kiev comenzó a trabajar como obrera en la fábrica Arsenal; como toda institución, promocionaba actividades recreativas a todos sus empleados, una de ellas era el club de tiro. Pavlichenko fue convencida por el instructor del club de unirse. Luego de este primer paso, formaría parte de un club de tiro paramilitar Osoviajim y lograría varias insignias destacables dentro de la jerarquía del club.

La estigmatización por su género y sexo provocaba la duda sobre su capacidad como francotiradora. Por este motivo, Pavlichenko fue rechazada un día después de que estallara la Segunda Guerra Mundial cuando se presentó como voluntaria. Sin embargo, no se dio por vencida y volvió a presentarse frente a un comisario militar del distrito, quien al comprobar todos los papeles, corroboró que era una francotiradora destacada entre sus pares. Quedó enlistada al Ejército Rojo. 

Sevastopol - Pavlichenko

Se confirma que Pavlichenko eliminó a 309 enemigos de la Alemania Nazi. 

Borrando rasgos individuales

En La Batalla por Sevastopol, Pavlichenko tenía compañeras en su unidad y todas entrenaban a la par que los compañeros varones, como tiene que ser; pero, como parte argumentativa del entrenamiento militar, en una escena del film deciden eliminar todo material que las distinguía como individualidad femenina.

El comandante manda a quemar cada pertenencia personal pero solo de las mujeres. Este no es un dato menor, quizá también (en la realidad) pasaba lo mismo con los varones; no obstante, como la película enfatiza en la figura femenina de Pavlichenko, podemos considerar que esta escena en particular solo forma parte de un argumento de entrenamiento, entrenamiento usado para borrar sus rasgos individuales y transformarla en parte del colectivo amorfo.

Esta forma de desmaterialización de la individualidad se contrapone con la otra parte del argumento. Como mencionamos, no solo es una película bélica sino que también posee drama. La peligrosidad de la guerra y los efectos posteriores de la misma son manifestados a través del drama que interpela a Pavlichenko: desde el amor hasta la propaganda de la guerra, todo se encuentra atravesado por cada aspecto de la guerra.

Podemos observar como Lyudmila sufre de Trastorno por estrés postraumático (TEPT), la pérdida de tres amores, la pérdida de la amistad y la presión de la URSS para que cumpla su rol –posterior a la guerra- de representante. La política y los afectos se entrecruzan y, de cierta manera, también delimitan la individualidad de Lyudmila. Además, podría existir otro intento de delimitar su figura femenina a partir de su relación con la primera dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt.

Retorno a la figura individual y femenina

Las escenas en los Estados Unidos son configuradas con la amistad y la campaña política para buscar inversiones para el financiamiento de la guerra. Estas escenas son pertinentes para poder observar la tensión entre la materialización y la desmaterialización sobre la figura de Pavlichenko. Su amistad con Eleanor Roosevelt intenta delimitar su figura femenina y distanciarla de la forma amorfa de militar del Ejército Rojo.

La simple vestimenta de un vestido configura una escena que condensa todo el drama de la guerra sobre la figura de una persona. Como un regalo de Roosevelt, el vestido es una forma de materializar la individualidad femenina y de alejar a Lyudmila del uniforme militar como vestimenta unificadora.

Sin embargo, la tensión aparece cuando un miembro del Ejército Rojo, un personaje por encima de Pavlichenko, le reprocha el uso del vestido y la falta de uso de su uniforme. Parafraseando sus palabras, Lyudmila no es una mujer sino un miembro del cuerpo representante del Ejército Rojo. De esta forma, Pavlichenko regresa al uso del uniforme y vuelve a una forma amorfa de colectividad. 

La Batalla por Sevastopol cierra con la visita política de Eleanor Roosevelt a la URSS, quien, sin embargo, decide visitar primero Lyudmila Pavlichenko. En esta última escena, vemos a una Lyudmila mayor y acompaña de Roosevelt, ambas disfrutando de la ópera y junto a Rostislav Pavlichenko, hijo de Lyudmila. La escena final logra que divisemos una delimitación del cuerpo individual en Pavlichenko; pero esa individualidad aparece por fuera del ejército y la guerra, en un periodo de paz. Es en este contexto que Pavlichenko puede materializar su individualidad femenina y aquello que su comandante ordenó quemar, aquello que la individualizaba, ahora retorna. 

Real o ficcional, ¡da igual!

Durante la SGM y luego de la misma, las palabras ‘nazi’ y ‘fascista’ cargan con una connotación negativa, animalizada y desfigurada de toda humanización.

Entonces, uno de los diálogos más categóricos de La Batalla por Sevastopol (¿ficcional o real? No importa) sigue siendo genial: en la escena, Lyudmila le responde a Eleanor Roosevelt acerca de cuántos hombres ha eliminado diciendo “-Hombres no. Nazis.” 

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