Subrogación de vientres
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Subrogación de vientres: ¿altruismo o negocio capitalista?

Al igual que la maternidad y su directa vinculación con la mujer o las personas gestantes, tema íntegramente atravesado y cuestionado por y desde el feminismo, hoy en día nos encontramos con la subrogación de vientres, que nos intercepta y cuestiona desde dos lugares demasiado polémicos ¿acaso se trata de un negocio capitalista, o es pura y exclusivamente una cuestión de altruismo?

Ciertamente, uno de los debates principales en torno al tema, son estas dos polaridades. Una, cargada de una visión patriarcal y capitalista, sobre la cual a través de la visión feminista llegamos a comprender que, como bien hemos abogado desde hace ya varios años, la maternidad será deseada o no será y, casualmente, es en la subrogación de vientres donde podemos apreciar cómo las mujeres, una vez más, nos encontramos siendo utilizadas como un instrumento de reproducción y un contenedor, donde somos quienes tenemos el derecho de resguardar los sueños y deseos de las personas más pudientes, aquellos a quienes el dinero les resulta suficiente como para comprar vida.

A su vez, en el otro extremo, se encuentra una idea un tanto incongruente: la entrega del cuerpo de la mujer como un acto altruista, el cual si éste se encontrara legislado en nuestro país y puesto bajo control, debería (según otros países y personas que están a favor de esta práctica), llevarse a cabo sin ningún tipo de intercambio remunerativo y por mujeres con una buena posición económica, a fin de evitar que la finalidad de la gestación sólo sea motivada por un hecho de “solidaridad” y se “evite” la mercantilización a la mujer. Bien sabemos que aunque haya o no un intercambio de dinero, la maternidad siempre fue un negocio capaz de poner a la mujer en un lugar y al hombre en otro.

Subrogación de vientres

¿De qué se trata la subrogación de vientres? Una práctica que no está prohibida, pero tampoco regulada en Argentina

Para ponernos en contexto, queremos contarte de qué se trata la subrogación de vientre: “La subrogación de vientre es un proceso que consiste en el consentimiento de una persona gestante para llevar a término un embarazo con la intención de satisfacer el deseo o la necesidad de quien o quienes serán responsables de la crianza del bebé.» El proceso puede ser pago o bien realizado por solidaridad.

En Argentina, actualmente, la subrogación de vientre es un proceso legal que aún no ha sido regulado y, es por ello, que su actividad no se encuentra prohibida, dejando así baches legales a través de los cuales no se garantiza ningún tipo de regulación en la práctica de subrogación. En la mayoría de los países esta práctica está prohibida, aunque existen excepciones en otros lugares donde sigue siendo legal, como por ejemplo en: Estados Unidos, Rusia, Canadá, Grecia y Ucrania.

En nuestro país, se trata de dejarlo a la buena de quien desea obtener un bebé, es decir de quienes pagan por este servicio y que, seguramente sin extrañar a nadie, la subrogación de vientres es un negocio de gente extremadamente adinerada que desconoce o no les interesa que los cuerpos gestantes pertenezcan a personas con bajos recursos.

Los contratos que se realizan para llevarlo a cabo esta práctica, tampoco son supervisados por ningún ente que abogue por los derechos humanos más básicos de las personas, hecho totalmente necesario, ya que se ha visto que, en varios casos de subrogación de vientres las reglas que constan dentro del contrato son inconcebibles y pueden llegar a ser extremadamente crueles. Tal es así que muchas veces se le prohíben a las gestantes durante los 9 meses del embarazo no ingerir determinados alimentos, bebidas, qué lugares pueden visitar, qué prácticas pueden llevar a diario, etc.

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Está claro que, además del concepto altruista que la subrogación de vientres lleva consigo, es una moneda de dos caras a través de la cual se oculta el cruel discurso de la cultura patriarcal, donde la mujer está sometida y es útil para la sociedad siempre y cuando esté dispuestas a ser mercantilizadas y que, si no lo estamos, entonces podremos ser compradas, vendidas o castigadas a través de juicio ajeno, por medio del cual se nos tilda de egoístas.

Y es que, en esta sociedad, se considera que nuestro rol como mujeres debe ser siempre solidario; puesto que, desde la mirada machista, estamos en este mundo para cumplir el mandato de deber dar: dar vida, dar amor, dar belleza, dar cuidado y protección, dar silencio, dar comida, dar, dar y dar. Sin olvidar que, usualmente, la subrogación de vientres acontece a través de mujeres de bajos o escasos recursos, ¿otra vez aprovechándose de las mujeres en situaciones vulnerables? Discurso viejo.

Ahora bien, ni el altruismo, ni el dinero nos parecen suficientes para subsanar toda esta problemática, porque siempre el tema es más profundo de lo que los medios de comunicación y el sistema capitalista elige mostrar, desde este lado nos cuestionamos: ¿acaso se olvidaron que quien gesta es una persona? Pues parece que, en el mapa social, seguimos siendo sólo un objeto de consumo y no figuramos como seres humanos, sino como esclavas de los deseos ajenos.

A su vez, es imperante cuestionar el impacto que tiene la subrogación de vientres para la persona gestante, ya que por medio de un contrato llevan a cabo un embarazo donde su cuerpo no les pertenece ¿Es suficiente el dinero para “cubrir” todos los riesgos, el daño físico y el trauma que se vive durante el post parto cuando la madre es separada del bebé? ¿Y por qué se sigue considerando que maternar o paternar es un derecho y, como tal, alguien tiene que responder por él?

Cabe destacar y no olvidar que entre todas las dificultades que la mujer atraviesa en el parto, está el post parto una etapa no menos importante de la que mucho dio que hablar en estos últimos años, etapa donde la mujer se encuentra inmersa en complicaciones muy grandes como para considerar esta práctica, a su vez que inmoral, riesgosa: “Otros posibles problemas que pueden sobrevenir a la madre subrogada, con más frecuencia que a otras madres, es la depresión posparto, ya que no se tiene la compensación del hijo al lado, así como estrés postraumático e incluso la psicosis puerperal y el suicidio”

Por último, queremos agregar una reflexión muy importante acerca de la relación del capitalismo con la maternidad y la mujer:

La cosificación y mercantilización del proceso de gestación, a pesar de englobarse en una práctica capitalista recurrente, tiene peculiaridades propias que conviene señalar, pues se hace a costa de ahondar una serie de desigualdades presentes en nuestras sociedades, y que son resultado de la imbricación entre capitalismo y patriarcado. La legalización de los vientres de alquiler extiende, por un lado, la división sexual del trabajo.

Los cuerpos y el trabajo reproductivo de las mujeres son vistos por el capitalismo como un vergel para la producción y el beneficio, un espacio que puede ser colonizado, a la manera en que se ha hecho con otros territorios a lo largo de la historia, para extraer valor.

Cuando los cuidados y la reproducción se realizan en la esfera doméstica, estos parecen no tener relevancia alguna, más bien suponen una sobrecarga de trabajo no remunerado para quienes lo realizan; sin embargo, cuando hablan el lenguaje de los mercados, pasan a ocupar el centro de la atención social. Además, el alquiler del útero reafirma el reconocimiento de la mujer solo en su papel de cuidadora y reproductiva, en las tres esferas en las que se distribuye lo social: además de la privada del hogar y la pública, también en el mercado.


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