División Palermo, cuando la risa sirve para cuestionar | Rock y Arte - Divulgación Cultural
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División Palermo, cuando la risa sirve para cuestionar

A dos semanas de su estreno, División Palermo, la nueva miniserie local de Netflix, continúa entre las diez más vistas en el país. Qué pasa cuando el humor políticamente incorrecto sale bien.

“Una guardia urbana inclusiva, creada para mejorar la imagen de las fuerzas de seguridad, pone en riesgo su vida al enfrentarse sin quererlo con unos extraños criminales”, se lee en la sinopsis del gigante del streaming. Si bien la lucha entre los bandos es lo que guía el relato, resulta tanto o más interesante la incorporación y el tipo de tratamiento que se hace sobre las personas de grupos minoritarios, de los tabúes que las rodean y del marketing político que solo pretende mostrarlas en sus campañas más no incluirlas.

Con un guion de impecable timing y un elenco de alto calibre, no deja respiro entre risa y risa. Creada, producida, dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky, la nueva producción argentina -que ya fue renovada para una segunda temporada- deja la vara alta para la comedia nacional y pone en agenda un enfoque de la realidad que bien vale la pena recuperar desde la crítica.

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¿De qué va?

Grandes nombres del cine y de las artes escénicas y humorísticas son responsables de su construcción y desarrollo. Quienes ponen la cara en la pantalla son Santiago Korovsky, como un joven judío que se une a la guardia urbana por error; Daniel Hendler, como el psicólogo de la comisaría y el jefe de la unidad, que además tiene un solo brazo; Pilar Gamboa, como una muchacha en silla de ruedas que está harta del trato infantilizador de la gente; Facundo Bogarin, como un chico ciego y carismático; Julio Marticorena, que da vida a un viejo con sordera; Hernán Cuevas, como un muchacho con enanismo fanático de las armas; Valeria Licciardi, como una chica trans que sueña con ser escritora; Renato Condori Sangalli, como un extranjero procedente de Bolivia que vino al país para hacer stand up; y Martín Garabal y Charo López, como lxs policías metropolitanxs que abusan de su autoridad entre lxs ciudadanxs y entre sus compañerxs. Completan el cast Marcelo Subiotto, Nilda Sindaco, Carlos Belloso, Alan Sabbagh, Iair Said y Fabián Arenillas, entre muchxs otrxs.

Los ocho episodios de poco más de 20 minutos cada uno se estrenaron el 17 de febrero, lo que habilitó verlos en formato maratón y liquidarlos en un mismo día. Lo cierto es que ya en los primeros minutos la risa se hace presente y no falta hasta el final. La guardia urbana, creada para mejorar la decadente imagen de la policía metropolitana, no porta ningún tipo de armamento ni tiene entrenamiento alguno (más que algunas clases de improvisación realizadas como examen de ingreso) porque su función es ser puro marketing, aunque igual salen a la calle a enfrentarse a criminales y a lxs ciudadanxs promedio.

Elenco de División Palermo

En busca de una verdadera inclusión que no cae en lo forzado, falso ni propagandístico, los personajes son interpretados por personas que pertenecen a tales grupos minoritarios. Además, es digno de destacar –aunque debería ser moneda corriente- que para todos los casos el asesoramiento estuvo a la orden del día: Osqui Guzmán, actor y comediante argentino e hijo de inmigrantes de Bolivia, fue la guía en la construcción del personaje de Renato Condori Sangalli; María Lucrecia Gómez Boschetti, referente como persona con discapacidad, para el personaje de Pilar Gamboa y Carolina Unrein, escritora trans, para el de Valeria Licciardi.

Las historias que Santiago cuenta son peligrosamente similares a la realidad y escapan de los estereotipos no representacionales, y eso la hace ser una comedia afilada, ácida, irónica, incómoda y ridículamente familiar en que la ficción y la realidad se mezclan todo el tiempo, como sucede con el joven de talla baja confundido por un niño (lo que ya vimos con cierto ex presidente y su “não é uma criança”) o la ministra de Seguridad que pide paz mientras está de tour en escenarios de guerra y que decide hacer una quema de drogas para enviar un mensaje (de la que el mismo Santiago Korovsky participó hace algunos años, durante el gobierno de Mauricio Macri). Otras figuras contemporáneas, como la mujer en silla de ruedas que es una luchadora-campeona-angelito-frágil-sensible y el extranjero que solo puede relacionarse con gente proveniente de su mismo lugar de origen (o de alguno parecido) son atropellos cotidianos a la razón que sufrimos día a día. 

Pongámosle la frutilla al postre con las últimas noticias, que son tan verídicas como bien podrían ser una escena de División Palermo: un ladrón que es robado mientras lo detienen, un allanamiento que se hace por error y en el que la cana tiene que quedarse a cuidar la casa porque le tiraron abajo la puerta, un grupo de policías que golpea con sillas a un tipo para detenerlo. La lista sigue y, por esto, la representación que logra Korovsky es digna de remarcar.

¿Puedo reírme o me pasé tres pueblos?

División Palermo es graciosa por la complejidad que establece desde el humor, porque escapa de lo políticamente correcto, porque no pretende tratar a las personas de grupos minoritarios como angelitos caídos del cielo sino, justamente, como los seres humanos que son, con deseos sexuales, con ilusiones y frustraciones, con aciertos y errores y con todo lo que quieras. Es ese tratamiento el que la puso en boca de todxs.

Daniela Aza, comunicadora y referente como persona con discapacidad, escribió en una nota para Ohlalá!: “Vemos plasmada una crítica de lo poco involucrados que estamos como sociedad en materia de inclusión y diversidad desde el ámbito político hasta el ciudadano común y corriente. La serie, además, muestra y denuncia todas esas acciones, prejuicios, dichos que se reproducen ‘sin querer’, aún con buena voluntad, pero que perpetúan una mirada errónea e infantilizada de la discapacidad”.

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Y es que la serie no se burla de las minorías ni busca hacerlo, sino que invita a practicar un cuestionamiento sobre las formas en la que muchas veces las tratamos (intencionalmente o no). Abre la puerta a la reflexión a través de la construcción de una sátira que para nada resulta lejana. Derriba prejuicios, o al menos lo propone, a través de la crítica humorística. Y tal vez el mensaje logre llegar más lejos que con un drama. Total, ¿quién no es marcadx por los momentos en los que ríe hasta llorar?

Daniel Hendler, quien interpreta a Miguel Rossi, en diálogo con Nicolás Peralta para Tiempo Argentino, sostuvo: “La serie tiene algo saludable. Invita a que el humor sea algo comunitario, permite compartir una mirada a nuestras torpezas y dificultades. Remarca que nos podemos permitir ser y pensar diferente a los demás, en un momento atravesado por el armado de enfrentamientos, de pensamientos cerrados, que nos alejan de la posibilidad de dialogar, de debatir. Hay lecturas de la realidad extremadamente distantes, y que el humor a veces nos invita a cuestionarnos”.
La inclusión forzada y fallida, la falta de conocimiento y de formación, la romantización, la victimización, infantilización, negación… todo eso y más está a la orden del día en esta serie y en la vida a la que parodia. En un video realizado por Netflix en el que recuperan anécdotas de la grabación, el cast recuerda que cuando Hernán Cuevas, quien interpreta a Johnny, hacía comentarios sobre su altura nadie sonreía por respeto a él, porque no daba, porque reírse del chiste sería reírse de él. Y es eso exactamente lo que División Palermo, más directa que indirectamente, denuncia. Esa entrevista bien podría haber servido como spot promocional para adentrarnos en esta ficción no tan ficcional.

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