Extraño mundo de Jack
CineCultura

Retrospectiva sobre “El extraño mundo de Jack”

Las fiestas de fin de año siempre llegan con su dosis de dulzura, alegría , compasión; una mezcla que invita a la reflexión, a pensar en lo sucedido en el año. Muchas veces las películas, series de televisión, o libros -ambientados durante dicha época- acompañan ese estado festivo. En el caso de El extraño mundo de Jack, de Tim Burton, esta película infecta la dulzura de las fiestas con un elemento tenebroso y un poco más oscuro.

El extraño mundo de Jack, como asegura su título, una experiencia extraña –aunque en inglés se llama The Nightmare Before Christmas– en la que Halloween invade la Navidad y la tiñe con sus colores hasta convertirla en un híbrido entre las dos festividades. Esqueletos, muñecas de trapo y perros fantasmas son los personajes de la Navidad retratada en El extraño mundo de Jack.

Cuando era chica, adoraba la película. Cada vez que la veía me quedaba sentada la hora y cuarto que dura en un estado de fascinación absoluta. Reproducía el casete en loop, una y otra vez. Me encantaban esos personajes, que parecían muñecos con vida, y su forma particular de moverse. Sabía las canciones de memoria, e incluso algunos diálogos. Los colores, las texturas y los decorados me llamaban la atención; quería estar dentro de esos mundos que representaban los momentos más divertido del año: Halloween y Navidad.

La película es genial porque trae una visión diferente de las fiestas: paisajes oscuros; personajes conflictuados o deprimidos; el secuestro de Papá Noel; regalos que aterran a los niños que los reciben; un trineo tirado por los esqueletos de los renos; etc. Aunque a muchas personas no les gusta este film por su estética, la obra es considerada una película de culto. Incluso generó una comunidad que comparte el amor y la fascinación por ese mundo tan extraño creado por Tim Burton.

El detrás de escena de El Extraño mundo de Jack, el clásico navideño

La película surgió como idea en el año 1982 cuando Tim Burton aún trabajaba para Disney. Escribió un poema llamado “The Nightmare Before Christmas”, y lo pensó como un libro para niños. Después consideró junto a Disney la posibilidad de que fuera un corto o un especial de televisión de 30 minutos. Pasaron los años, y aunque Burton creó éxitos como Beetlejuice, todavía tenía en mente este proyecto que mezclaba aquellos elementos fantásticos de cada festividad.

“Cada vez que había Navidad o Halloween, […] era genial. Te daba una especie de textura que de repente no había antes”

comentó Tim Burton años después

Finalmente, en 1990, se comprometió con Disney para rodar el largometraje. Henry Selick (James and the Giant Peach; Coraline) fue el director de la película –aunque popularmente ésta no le es atribuida a él– ya que Burton no podía dirigirla porque tenía un compromiso con Batman Returns, y sabía que el proceso del stop-motion sería largo y minucioso. La técnica requería de una atención constante y una supervisión de cada toma y cada mínimo movimiento de los muñecos o cambio en la escenografía, y él no podía hacerlo estando involucrado en la dirección de otra película. El creador de la increíble banda de sonido fue Danny Elfman, cuyas canciones más reconocidas son “This is Halloween” o “Oogie Boogie’s Song”.

En julio de 1991 comenzó la producción de la película, que sería la tercera consecutiva de Tim Burton ambientada en un escenario navideño. La película tardó tres años en rodarse por las complejidades de la técnica de stop motion. Por cada segundo de película, había que sacar 24 fotos, y para cada foto había que hacer posar a los personajes de diferentes formas y moverlos.

La película dura 76 minutos, y se tomaron un total de 109.440 cuadros. Si surgía algún problema con un fotograma, o se realizaba mal el movimiento de algún muñeco, la escena debía fotografiarse de nuevo. Incluso un minuto de película requería de una semana de filmación.

La escena en la cual Jack está por abrir la puerta que lo lleva al mundo de Navidad y se ve reflejado en el picaporte fue una de las más difíciles de filmar porque se necesitaban sacar las fotos desde atrás del muñeco pero no debían verse reflejados en el picaporte. Esa toma dura unos pocos segundos, pero significó mucho trabajo y tiempo en producción.

Fue un proceso complicado, y quizás, por momentos, tedioso: sacar una foto, mover al personaje, sacar otra, moverlo de nuevo. Los desplazamientos debían ser sutiles para que el movimiento fuera fluido. Esta técnica permite que las imágenes sean más vívidas, que los colores resalten. Además, posibilita que en las superficies sea posible vislumbrar no solo una textura particular sino también la saturación y el espesor de la pintura de los muñecos. Las películas creadas mediante la técnica del stop-motion generan la sensación de algo tangible, moldeable. Me acuerdo que una de las cosas que más me gustaba de la película eran los personajes en sí, su forma de moverse, sus expresiones.

Se usaron aproximadamente 227 muñecos para la película, los cuales tenían una especie de armadura en su interior que les permitía un movimiento más flexible. Para el personaje de Jack se necesitaron más de 400 cabezas diferentes: se crearon reemplazos de los ojos para que pestañeara. En cambio, Sally tenía una máscara distinta para cada expresión que hacía porque no podían hacer diferentes cabezas por su largo pelo.

Finalmente, la película se estrenó el 29 de octubre de 1993 y se convirtió en un hito cultural. Muchos críticos de la época elogiaron su uso innovador del stop-motion, la creatividad en los elementos narrativos y visuales, la música, la historia y los personajes. Hoy en día, 28 años después de su estreno, El extraño mundo de Jack sigue siendo una película única, hermosa en su originalidad, y muy novedosa por su tratamiento de las temáticas festivas y su inusual conjunto de personajes. A mí me sigue fascinando con la misma intensidad de años atrás.

Redactora | larabuonocore1@gmail.com | + publicaciones

Estudiante de la Licenciatura en Artes de la Escritura.
Un libro en una mano, en la otra un café. Si me cruzás en la calle, seguro estoy leyendo mientras camino.

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