Severance: Vida y trabajo, trabajo y vida
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Severance: Vida y trabajo, trabajo y vida

¿Cuánto deseamos, los desapasionados, los que solo trabajamos por el sueldo, por los feriados y el fin de semana, borrar la parte nuestra que está ahí, tecleando sin sentido, atendiendo a gente en una rutina infinita, y solo vivir?

Severance: ¿trabajar para vivir o vivir para trabajar?

Trabajar para vivir o vivir para trabajar, de la casa al trabajo, del trabajo a casa, ciclos que buscamos romper con diversas tácticas: mirar el celular, las vacaciones largas o las escapadas de fin de semana, la compra de boletos para ganar la lotería, ahogarse en alcohol y quejas sobre los jefes o algún compañero, sin saber (o con la plena consciencia y resignación) que eso mismo es lo que mantiene la rueda girando.

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Severance debutó el año pasado luego de estar en la lista de los mejores guiones sin producir durante seis años. Dan Erickson, su creador, comienza a idearla luego de pasar por un estado depresivo mientras trabajaba en una oficina. Su deseo de simplemente saltearse esas ocho horas, disociarse y acabar cada día, se volvieron la premisa de la serie. 

Apadrinada por Ben Stiller, productor además de director de la mayoría de los capítulos de su primera temporada, esta serie trata sobre Mark (Adam Scott) quien, luego de la muerte de su esposa, ha decidido hacerse un procedimiento de división mental por el cual los empleados de Lumon Industries, la corporación de biotecnología donde trabaja Mark, tienen la consciencia separada entre sus vidas en el trabajo y afuera de ella.

Mark sale de su casa a trabajar. Toma su auto, lo deja en el estacionamiento de la empresa, saluda al guardia de seguridad, deja sus pertenencias, y sube a un ascensor. En el trayecto del ascensor su expresión cambia, algo pasa que ya no es él sino su otro yo, el que al despedirse de sus compañeros al final del día laboral, ahora se despierta en ese mismo ascensor para comenzar uno nuevo.

A causa de este procedimiento, los empleados comienzan a desarrollar personalidades y motivaciones distintas de las de sus contrapartes externas. Aunque a veces se pregunten qué harán de su vida sus “outies” (sus “yoes externos”), toda la vaciedad de la cultura empresarial pasa a ser la vida para ellos, los “innies” (acá, en esta nota, el “yo laboral”): la historia del fundador visto como un líder mesiánico, los sistemas de premios, el “ponerse la camiseta” a un nivel dérmico, todo para hacerle ganar a unos jefes anónimos decenas de veces más que uno, haciendo tareas cuyos objetivos ni ellos mismos conocen.

Conformada por un elenco que tiene a Patricia Arquette (Lost highway, Boyhood), John Turturro (Do the right thing, Barton Fink) y Christopher Walken (Annie Hall, The Deer Hunter) entre sus actores principales, además de la aparición destacada de Britt Lower como Helly Riggs, esta serie no tiene desperdicio.

Severance ha estado en decenas de listas de Top Ten del año pasado, cuando se estrenó, y fue nominada tanto a los Emmys como a los Golden Globes, galardones que justifica a cada minuto que la ves en pantalla. 

La crítica la aclama universalmente como una obra maestra tanto en tono como en su diseño de producción. Y es que las influencias son claras: The Truman Show, Eterno resplandor en una mente sin recuerdos, los films de Terry Gilliam, la novela 1984, de George Orwell, y la obra teatral No exit, de Jean-Paul Sartre.

Todas dejan su huella, un aspecto de la inspiración que provocaron reflejado en este contexto laboral futurista pero a la vez atemporal que significa el trabajo de oficina para una empresa sin rostro. En este sentido, la producción de la serie busca reproducir en su estética una combinación de los espacios de la Norteamérica corporativa de los ‘60, ‘70 y ´80. 

Asimismo, es muy importante el uso de los llamados “espacios liminales”: entendidos como “zonas de paso”, estos son los pasillos, las oficinas, todos esos lugares que suelen estar plagados de gente y en un momento particular los vemos vacíos, lo que produce una sensación inquietante y hasta surreal al mirarlos.

Estos entornos acá son utilizados a la décima potencia para crear ambientes que abandonan la lógica y desorientan para atraparnos a nosotros mismos en las oficinas junto con los protagonistas de Severance

La analogía al mundo laboral real, aunque pervertida y distópica, es clara. Millones de personas alrededor del mundo viven una realidad similar, pierden años de sus vidas, su salud mental, solo para sobrevivir, económicamente hablando. Se dicen, les dicen, que esto es todo lo que pueden obtener de sí mismos, y lo terminan por creer.

Mark ha optado por el procedimiento para dejar de sufrir, al menos ocho horas al día, la falta que le hace su esposa. A leguas se nota que transita por un duelo inconcluso que deberá superar si quiere avanzar con su vida y ayudarle a su “yo laboral” a descubrir el misterio detrás de Lumon Industries. 

No es fácil. Al contrario: La vida presenta dificultades a cada vuelta de camino y no siempre tenemos la compañía adecuada para afrontarlas, por más buena voluntad que tengan, como es el caso de la hermana de Mark y su idiota esposo (el cual es parte de una de las escenas más graciosas de toda la primera temporada, cuando el “yo laboral” de Mark lo reconoce como el autor del único libro que ha leído aparte del manual de la empresa).

Entonces, ¿queremos realmente separar nuestra mente de nuestro cuerpo en ese espacio donde consideramos que nos roban el tiempo a cambio de casi nada? La serie, además de descubrir poco a poco exactamente qué hace Lumon Industries, se inclina por un resonante NO.

Si las justificaciones clásicas (que el trabajo es dignidad, que el trabajo es salud, que te da un propósito en la vida) no te hacen mella, alguna lo hará. Como en la vida, no hay sentido inherente. Uno tiene que dárselo. 

Emitida por Apple TV+, la segunda temporada de Severance saldrá (con suerte) a fines de este año. Esperemos.

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