Virginia Woolf: la potencia de las palabras
¿Cómo resumir la vida de Virginia Woolf en pocas palabras? Quizá lo primero que debería hacerse es abordar algunos detalles biográficos; después, contar quién fue, qué hizo durante su vida y qué es lo que nos lleva a recordarla hoy. Sin embargo, no me gustaría reducir su vida a un hito, a una etiqueta; tampoco quiero estigmatizarla, como muchas veces hacen, al catalogarla como la escritora que sufría depresión y que un día, en el año 1941, decidió dejar de vivir. A raíz de su decisión, escribió una carta a su marido, se fue de su casa, llenó los bolsillos de su saco con piedras y se tiró al río.
No, no me gustaría hablar de eso. Me gustaría decir que un día como hoy, pero en el año 1882, nacía una mujer con una mente increíble, que cambiaría la literatura del siglo XX. Una vanguardista recordada por su original forma de escribir, en la que se mezclaban prosa y poesía de una manera única, extraordinaria. Una escritura donde no solo cada elección de palabra tiene un peso específico para la totalidad del texto, sino que también evoca una imagen que despierta otra y otra y otra. Una prosa tangible, que se experimenta con los cinco sentidos, que se respira y vive mientras se lee.
Primeros años
Si bien la mayor parte de la infancia de Virginia transcurrió en Londres, ella atesoró durante su vida recuerdos muy vívidos de St Ives, en Cornualles, donde pasaban los veranos con su familia en una casa familiar con vista a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy. To the Lighthouse, quizá su novela más reconocida, pareciera ser un compilado de esos recuerdos, de imágenes e impresiones de aquellos paisajes costeros que quedaron guardados en la mente de Virginia.
Después de la muerte de su padre, en 1905, Virginia se mudó con su hermana Vanessa a una casa en el número 46 de Gordon Square, en el barrio de Bloomsbury en Londres. La casa pasó a ser el lugar de encuentro de intelectuales y artistas de la época, como Katherine Mansfield, Roger Fry, E.M. Forster, entre otros.
Los integrantes del círculo de Bloomsbury compartían ciertos ideales, entre ellos el profundo rechazo hacia la religión y su oposición al militarismo. Asimismo, reaccionaron contra la moral victoriana, con sus costumbres burguesas y rituales sociales, y el realismo del siglo XIX. Eran artistas que buscaban romper con las tradiciones del arte y proponer una estética diferente, algo alejado del canon del momento. Por otra parte, este grupo también se oponía a la exclusividad sexual: ellos creían en la libertad de las relaciones personales, y defendían la búsqueda del placer.
En 1912, Virginia se casó con Leonard Woolf, uno de los miembros del grupo de Bloomsbury. En el año 1917, fundaron juntos la editorial Hogarth Press, la cual editó toda la obra de Virginia, y también la de otros escritores como Katherine Mansfield, T. S. Eliot, Sigmund Freud, Laurens van der Post. A su vez, publicaron varios libros de Vita Sackville-West, a quien Virginia conoció en el año 1922, y con la que mantuvo una relación amorosa por varios años.
Virginia Woolf comenzó a escribir de forma profesional en el año 1905: primero redactó para el Times Literary Supplement una pieza periodística sobre Haworth, un pueblo de la región de West Yorkshire donde vivieron las hermanas Brontë, y escribieron la mayoría de sus novelas. Más tarde, en 1915, se publicó su primer novela, The voyage out.
La salud mental de Virginia Woolf empeoró considerablemente con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa en Londres durante el Blitz. Tanto Leonard como ella vivían en tensión constante, aterrados de lo que podía traer la guerra. Ambos repudiaban al fascismo presente en Europa durante esos años, y su antisemitismo; y consideraban que eran parte de la lista negra del nazismo, principalmente por Tres Guineas, un ensayo escrito por Virginia en el año 1938, donde censuraba al fascismo. Temían profundamente una invasión nazi en Inglaterra, incluso hay fuentes que aseguran que ellos tenían un pacto para suicidarse en caso de que eso sucediera.
Virginia Woolf y su prosa vanguardista
Su escritura rompió con los esquemas narrativos de la época, apartándose del realismo canónico del siglo XIX -el cual reproducía “fielmente” a la realidad, basándose en extensas descripciones del contexto y los personajes para construir la verosimilitud. Dentro de esa corriente literaria, se consideraba a la novela como el género literario por excelencia; esta se construía con una estructura lineal y cronológica, y un narrador omnisciente.
Las obras de Virginia Woolf se caracterizan por el término, ahora muy reconocido, de flujo de conciencia. Este estilo narrativo intenta recomponer la forma sinuosa y contradictoria (no lineal) del pensamiento humano: las digresiones y repeticiones; las percepciones sensoriales; la sintaxis extraña que compone a las oraciones, que, con el avance del texto, se van quebrando para volver a armarse de una forma distinta.
Otro elemento con el que experimentó Virginia Woolf es el tiempo narrativo. Lo trastocó de muchísimas formas: sus libros van y vienen entre un pasado cercano, y un presente que nunca termina de instalarse. En un mismo texto de Virginia, el tiempo es un camaleón que va mudando de piel, que se disfraza y cambia de aspecto. En algunos momentos, es representado según la percepción de los personajes, es algo profundamente íntimo; en otros, el tiempo es histórico y comprende al contexto que comparten todos los personajes de la historia. En su novela The Years, puede verse la relación entre el tiempo histórico y los acontecimientos cotidianos de los miembros de la familia Pargiter.
Las olas, su séptima novela, fue la obra más experimental de Virginia, la más revolucionaria incluso hoy en día. Es considerada por muchos críticos un poema en prosa a causa de su particular estructura: una compilación de los monólogos interiores de seis amigos que atraviesan la pérdida de Percival, un amigo en común. Estos monólogos, a su vez, se construyen como un telar que se teje y desteje con las reflexiones de cada personaje; algunos son armoniosos, componiéndose como si fueran uno solo, mientras que otros son discordantes, diametralmente distintos, alejados entre sí.
La forma en la que están escritos los flujos de conciencia de los personajes remite al movimiento de una ola que se eleva para luego romper contra la orilla. Un híbrido entre poesía y narrativa, que va y viene, dibujando el sutil vaivén de las olas en sus versos. En Las olas, la trama central se disuelve, y lo que permanece en su lugar son los pensamientos, las percepciones, y emociones humanas. Las olas es un relato caleidoscópico, un prisma que refleja la realidad múltiple y cambiante que habitan sus personajes.
Leer los textos de Virginia Woolf es transportarse a otra época, estar en un lugar distinto. Nos permite aislarnos del contexto que nos rodea al momento de agarrar uno de sus libros y vivir otro presente, uno prestado, uno que ella nos extiende con sus letras. Leer a Virginia permite la posibilidad de habitar otra piel, otra existencia.
Virginia nos abre las puertas de su universo para que pasemos un rato ahí durante el tiempo que exigen sus libros, y podamos ver de cerca una realidad parecida a la que ella vivió. Sus personajes cargan con una soledad que interpela y atraviesa las hojas hasta llegar al lector.
Personalmente, sus textos me llevan a un paisaje de invierno, donde corre una brisa fresca, ya sea en la orilla del mar o en el jardín de una casa. Este paisaje está siempre acompañado de una nostalgia irreparable, la consciencia de la irreversibilidad del tiempo y de lo inexorable del acontecer de la vida.